Una sola silla estuvo vacía en el Museo del Bicentenario el miércoles, durante la reunión que mantuvieron el gobierno de Alberto Fernández y los gobernadores del oficialismo y la oposición para discutir los avances de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La banca pertenecía a la Ciudad de Buenos Aires, la única jurisdicción en ausentarse al mitin federal. El desencuentro disparó broncas cruzadas por una razón: impide la foto de unidad para presentar al Fondo en muestra de respaldo federal al acuerdo. ¿Y ahora?

El apoyo político al gobierno vendrá en cuotas, en medio de unas desaceleradas conversaciones con el FMI que deben concretarse antes de marzo, cuando vencerá una impagable porción de la deuda a reestructurar. El oficialismo se vio obligado a cambiar de estrategia luego de que el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y los gobernadores Gustavo Valdés (Corrientes), Rodolfo Suárez (Mendoza) y Gerardo Morales (Jujuy) no asistieran a la Casa Rosada. Los tres radicales enviaron funcionarios provinciales, mientras que la Ciudad se abstuvo por completo.
La nueva grilla marca que el presidente y el ministro de Economía Martín Guzmán, principal orador en estos encuentros informativos, recibirán al cuarteto de gobernadores de Juntos por el Cambio el lunes próximo -fecha tentativa-, acompañados de los jefes de bloque legislativos. Además, se reunirán por separado con los demás titulares del Congreso y con empresas y sindicatos. Mas pese a la elasticidad en el reacomodamiento, el oficialismo dejó trascender su malestar con la oposición – y la oposición también.

Vía comunicado oficial, Juntos por el Cambio alegó que el gobierno “no presentó ningún programa” en la reunión, “por lo que es indispensable que el lunes traigan información concreta y sustancial sobre cuáles son los pasos a seguir”. Además, basó su inasistencia en que la presentación debía suceder en el parlamento.
Larreta se expresó en la misma línea al declarar que “las discusiones por la deuda tienen que darse en el seno del Congreso”. Por su parte, Valdés justificó que “no se trata de faltar por una actitud caprichosa. No vamos a la Casa Rosada porque vemos una sobreactuación del gobierno”, al tiempo que denunció “fines políticos” detrás del encuentro, en diálogo con El Cronista.
Las explicaciones no cayeron bien en el oficialismo, cuyos referentes más vocales -gran parte de la bancada legislativa y algunas unidades del Ejecutivo- criticaron con dureza a la oposición por “especular” y “hacer show” con la deuda. El presidente se mantuvo escueto y apuntó: “Larreta no quiso venir. Estaba invitado como todos los gobernadores”.
Más allá de las acusaciones cruzadas, resulta interesante relevar las declaraciones de Morales, quien, desde la oposición, tiró contra el PRO por su inasistencia. “Me parece que ya está, no hay que jugar a las escondidas con este tema. Esta deuda la contrajimos nosotros, lo menos que tenemos que hacer es ir a escuchar”, se distanció el gobernador jujeño.
La llamada de atención al interior de su espacio le valió al mandatario radical el agradecimiento del Frente de Todos. De hecho, el presidente detalló que se comunicó directamente con Morales para pautar la nueva cita en la Casa Rosada. También incidieron en la negociación el titular de la cámara baja Sergio Massa y el jefe del bloque oficialista en Diputados Máximo Kirchner.

El acuerdo con el FMI lleva más de medio año siendo anticipado por el gobierno, que debe reestructurar una deuda de 44.000 millones de dólares contraída con el organismo financiero en 2018 durante la gestión del expresidente Mauricio Macri. Hoy el tiempo apremia más que nunca: la negociación precisa cerrarse antes de que 3.588 millones de dólares venzan en marzo, advierte El País (las cifras varían según la fuente).

Pero las conversaciones con la entidad que preside Kristalina Georgieva se hallan dilatadas desde los últimos meses del 2021. Entre las trabas aparece la falta de unidad ideológica, reforzada luego de las elecciones legislativas que catalogaron como segunda fuerza nacional al partido gobernante. La nueva división política interna quedó patente en el rechazo del Congreso al presupuesto 2022 a mediados de diciembre. “Generó cierto daño institucional a la Argentina en la comunidad internacional”, confesó el ministro Guzmán.
De allí la importancia para el gobierno de presentarle, junto a la oposición, la foto de unidad al FMI. El apoyo conjunto de las dos principales fuerzas políticas, representantes del 93% de las bancas de Diputados y del 95% del Senado, le garantizaría al organismo financiero el respaldo a las decisiones del Ejecutivo en la negociación, e imbuiría con solidez los intereses argentinos frente al Fondo. De allí, también, la persistencia presidencial – incluso si hay que reacomodar fechas y reuniones.
No son largos los plazos que se manejan en la Casa Rosada para dirimir las dilatadas conversaciones con el Fondo. Aunque el siguiente pago de deuda se efectúa en marzo, el gobierno tiene que concretar la renegociación antes. Debe haber tiempo para que, una vez cerrado, el texto recorra las dos cámaras del Congreso y se convierta en ley. Ello incluye, también, un período de paso por comisiones (tanto en Diputados como en el Senado) y dos quizá extensas y disputadas sesiones.
El acuerdo llegará en forma de un plan económico plurianual pensado para contar con el apoyo del FMI, el gobierno y la oposición actuales. De esa manera, el oficialismo busca diseñar una política económica que se respete más allá de un posible cambio de administración en 2023. Cabe destacar que el presidente había anticipado remitir el texto al Congreso en diciembre, pero las negociaciones con Washington se dilataron. Las semanas venideras serán determinantes en la conclusión que tenga la larga novela “21/22” con el Fondo.