La última semana, el médico nutricionista, Alberto Cormillot hizo declaraciones gordoodiantes sobre el peso de las mujeres en el programa de televisión La puta ama, conducido por Florencia Peña. Allí se refirió a la “gordita de la oficina”, según sus palabras.
“Si sos una chica que pesa 120 o 130 kilos, muy posiblemente tus amigos si te ponen la mano encima en la oficina lo hacen como buenos compañeros”, expresó. “Si vos bajás 30 o 40 kilos, ya dejan de ponerte la mano encima como un buen compañero y lo hacen con otra intención”. Finalmente, remató: “Eso puede parecer discriminación, pero no es así”.
Días después, Cormillot expresó sus disculpas respecto a sus comentarios sobre el peso en un video a través de sus redes sociales: “Yo me equivoqué porque hablé de situaciones de trabajo y en realidad debería haber dicho en el gimnasio, en el aula, en la universidad”.
Además, explicó que simplemente había relatado lo que le contaron sus pacientes a lo largo de su carrera. “No quiere decir que yo lo apruebe, es más lo he denunciado infinidad de veces”, agregó. “Las personas con sobrepeso son discriminadas y si bajan de peso esa discriminación disminuye. ¿Eso está bien? No, está horrible”.
Las primeras declaraciones del médico reforzaban un estereotipo y prejuicio falso: que las personas gordas no pueden ser deseadas. Además, naturalizaba el acoso laboral y reforzaba la misoginia.
Cormillot y su Cuestión de peso
El movimiento Mujeres que no Fueron Tapa se refirió a Cormillot como una de las personas “que más ha contribuido en Argentina a la estigmatización y discriminación de las personas gordas”. Lo cierto es que Cuestión de peso, el reality del cual el doctor formaba parte, exponía constantemente a personas gordas en situaciones humillantes.
Con la excusa de mejorar su salud, se obligaba a los participantes a bajar una cantidad de kilos por semana para continuar participando. En 2012, Milagros, una de ellos, sufrió una descompensación en vivo por dejar de comer para no ser eliminada. Esta es solo una de las evidencias de que los métodos quizás no eran los mejores.
También se pueden mencionar los videographs degradantes que anunciaban que una participante “no puede dejar el flan” o que otro “se robó una milanesa”. Además, los “permitidos” semanales eran la excusa perfecta para mostrar a los concursantes “descontrolados” por la comida.
En una oportunidad, tomaron en vivo las medidas de la secretaria del programa, Lucía Rubio, para mostrar un “cuerpo perfecto”. Posteriormente, la modelo confesó padecer bulimia, lo cual demuestra que lo considerado como perfección muchas veces no se condice con lo saludable.
La politóloga y escritora feminista María Florencia Freijo, por su parte, abrió otra puerta de la discusión. ¿Por qué deberíamos querer bajar de peso para que nuestros compañeros de trabajo quieran desearnos? Se continúa asociando la flacura con el éxito, sea laboral, romántico, amistoso.
En consecuencia, la salud termina quedando a un lado, para tener en cuenta solamente los números reflejados en una balanza. Mientras, los desórdenes alimenticios y problemas de salud física y mental, que dañan a miles de niños, adolescentes y adultos, se reproducen día a día. Si algo se puede rescatar, es que los comentarios de Cormillot permitieron abrir esta reflexión.
Por Florencia Daneri
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