Luego del hecho del lunes pasado a plena luz del día, el colectivo feminista volvió a alzar su voz para generar un cambio de paradigma en la sociedad. (Tema: violación Palermo)
Desde este lunes, luego de darse a conocer que una chica fue víctima de una violación grupal a plena luz del día en el barrio porteño de Palermo, el feminismo volvió a inundar los discursos públicos y privados, en los medios de comunicación y en la intimidad de los hogares. Este hecho generó un momento de debate y replanteamiento de ciertas actitudes sociales.

Una de las personas que encendió la chispa fue la médica y activista feminista Sol Despeinada. “Para la gente que sostiene que un violador tiene una enfermedad, ¿me explican epidemiología, etiología, fisiopatogenia, signos y síntomas, diagnóstico y tratamiento de esa enfermedad?” soltó en Twitter. “¿Serían todos inimputables?”. Estas preguntas provienen de la costumbre que se intenta erradicar desde el feminismo de considerar a los abusadores como enfermos mentales. El discurso patológico encubre una justificación del problema: si realmente estuviesen enfermos, no podrían controlar el impulso de realizar este delito.
“Que seis personas se hayan juntado y pensaran ‘vamos a drogar a alguien, vamos a tocar la guitarra y vamos a violarla adentro de un auto a las 4 de la tarde’ y que a ninguno se le haya cruzado la idea de que esto era, mínimamente, desubicado, nos habla de que no es una persona que tiene un problema, sino que estamos todos con un problema muy importante” planteó posteriormente Sol como invitada en la radio Urbana Play. Los violadores no delinquen porque no pueden controlarse debido a una enfermedad, sino porque son parte de un sistema patriarcal. “Violan porque pueden”, agregó la médica en Twitter.

El discurso sobre la patología no provee soluciones al problema ni promueve que los hombres actúen para que no haya más abusos. Por el contrario, lo único que promueve es la idea de que las mujeres deben cuidarse de no ser abusadas, porque hay “enfermitos” sueltos. No deben caminar solas por la calle, mucho menos de noche, ni que hablar vistiendo prendas “provocativas” como polleras cortas o musculosas. Si algo les sucede, sería su culpa por haber incumplido esas normas. Aunque esto es lo que se suele repetir, no es la forma correcta de tratar este tema. Frecuentemente se representa la figura del violador como un hombre a la caza en la oscuridad. Por el contrario, muchos abusos suceden por parte de conocidos y a la luz del día, como sucedió en Palermo.
Lo que plantea este sector del feminismo es que los varones deben cambiar actitudes, frenar a sus amigos cuando es debido, escuchar a otras mujeres. Incluir al discurso feminista en forma de reflexión en las charlas de varones, darle el espacio y la importancia que merece. Cortar con los chistes machistas y odiantes. Decir que los violadores son solo enfermos es cerrar el problema de la manera más fácil, pero también, errónea.
De otra manera, ¿Las violaciones, abusos, casos de violencia de género y otros delitos producto de la sociedad machista dejarían de existir? La salida es colectiva, por lo que también está en las manos de ellos.