Relaciones internacionales: lecturas del viaje de Alberto Fernández a Rusia y China

COLUMNA #PolíticaDeManual

De regreso de Rusia y China, el presidente Alberto Fernández recibió en la Argentina noticias sobre la aparente sensación de “malestar” que coparía Washington. De comprobarse, la reacción no resultaría alentadora para el gobierno nacional, que continúa redondeando el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Gaje del oficio del multilaterismo que propone el Ejecutivo, ahora el mandatario hace equilibrio entre apoyos y reprimendas.

Un gesto vale más que mil palabras, y se descarta que el peso del primer entendimiento alcanzado con el organismo financiero que conduce Kristalina Georgieva sea mayor al impacto que declaraciones como “Argentina debe dejar la dependencia tan grande que tiene con Estados Unidos y el Fondo”, como dijo el presidente en Rusia, tengan en Washington. Aunque, por si quedaban dudas, el sábado afirmó a Radio 10: “Viajar a Rusia y China no significa tener mala relación con Estados Unidos”.

Pese a ello, el vínculo con la administración de Joe Biden estuvo en el temario que trató Fernández este viernes cuando compartió una reunión en Olivos con el ministro de Economía Martín Guzmán a la que se sumó, luego, el embajador argentino en Estados Unidos Jorge Argüello. Para la tranquilidad del representante nacional en norteamérica, lo más probable es que las frases amistosas del mandatario para con sus pares de Moscú Vladímir Putin y de Beijing Xi Jinping tengan tanta o más carga doméstica que internacional.

Gira internacional: Alberto Fernández en Rusia y China

“Argentina tiene que ser la puerta de entrada para que Rusia entre en América Latina de un modo más decidido”, confió el presidente argentino a su par ruso hace diez días. Fue la primera declaración que retumbó en el ámbito local. Poco después, en suelo asiático, Fernández dijo al mandatario chino: “Si usted fuera argentino, sería peronista”. Y agregó, como muestra de cercanía: “Nos sentimos muy identificados con todo lo que fue el trayecto de la revolución comunista hasta el presente”.

Enseguida comenzaron a circular los trascendidos que alertaban sobre el presunto “malestar” de Washington ante los dichos del jefe de Estado. Es una cuestión de contexto: aún no está sellado el acuerdo con el FMI para reestructurar la deuda de casi 45 mil millones de dólares que la administración del expresidente Mauricio Macri adquirió en 2018. Todavía las partes deben definir y aprobar los detalles del entendimiento: el gobierno, ante el Congreso; el Fondo, ante los países miembro.

De allí la importancia de Estados Unidos, que tiene el poder de veto entre los 24 votantes. Dado que proyectos como la renegociación del préstamo stand by mencionado requieren el apoyo del 85% de los representantes, el 16,50% que pesa la voluntad norteamericana es suficiente para torcer cualquier sufragio. Para ponerlo en perspectiva, el bloque con menor influencia es el que comparten seis naciones sudamericanas -entre ellos, la Argentina-, con 1,59%.

Lecturas domésticas del viaje diplomático

No obstante, las declaraciones de Alberto Fernández en Rusia y China pueden leerse en torno a otra votación venidera: la del Congreso Nacional. El fraccionamiento del Frente de Todos, inaugurado por la renuncia a la jefatura de bloque en Diputados del legislador Máximo Kirchner, expone que en las propias filas del oficialismo existe rechazo al acuerdo con el FMI, al que sus detractores observan como un acercamiento a Estados Unidos y un signo anticipado de ajuste económico.

En este sentido, las frases servirían como prueba de la posición ideológica del presidente a fin de apaciguar las aguas en la coalición gobernante. A decir verdad, es probable que la escisión acabe teniendo más implicancia en la escena política que en el parlamento, ya que la principal coalición opositora Juntos por el Cambio adelantó el jueves que no obstruirá el recorrido legislativo del programa económico. Así, los guiños a Moscú y Beijing llegarían para reunir políticamente al bloque en medio de la reprobación de propios.

A fin de cuentas se trata del juego del equilibrio. En el plano internacional, Fernández debe acordar con Estados Unidos sin acercársele demasiado y, mientras, florecer vínculos con Rusia y China sin despertar “malestar”. A nivel doméstico, el gobierno tiene que proponer un entendimiento que la oposición vaya a acompañar en el Congreso y, a la vez, reivindicar al Frente de Todos para evitar broncas internas. Multilateralismo: el desafío de agradar en todos los frentes.

El multilateralismo y el juego del equilibrio Alberto Rusia China 

De una punta a la otra de sus ocho años al frente de la Casa Blanca, el exmandatario norteamericano Barack Obama pasó de considerar a la entonces presidenta Cristina Kirchner como una “gran amiga, no solo mía sino de Estados Unidos” en 2011 a reprender sus “políticas de gobierno siempre antiestadounidenses” en 2016, poco después de que Macri hubiera tomado su lugar en la conducción del Ejecutivo.

De la misma manera que Alberto Fernández, el expresidente mantuvo reuniones con Rusia (Putin) y China (Xi Jinping) mientras buscaba avanzar en su relación con Estados Unidos (Obama y luego el exmandatario Donald Trump). Lo mismo intenta, entre otras, la administración de Luis Lacalle Pou en Uruguay. Como sintetizó en noviembre, “sería el sueño del pibe un acuerdo de libre comercio con China y Estados Unidos”.

Así lo dicta la política de múltiplos frentes a la que también Fernández aspira. “El mundo es multilateral. Eso nos obliga a vincularnos. Aplica a la inmensa mayoría del mundo, no hay amigos ni enemigos permanentes. No sé por qué levanta tanta polvareda”, señaló en las últimas horas. E ironizó: “El que le dio la principal condecoración del General San Martín a Xi Jinping fue Mauricio Macri”.

#PolíticaDeManual: La columna de Manuel Román

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