Gobierno post Guzmán: Tregua política entre Alberto, Cristina y Massa

COLUMNA #PolíticaDeManual

A la renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán, recientemente definida por distintos actores oficialistas como “irresponsable”, le siguió la semana pasada una reunión privada, hermética y jamás confirmada de forma pública entre los tres socios más importantes del gobierno: el presidente Alberto Fernández, la vice Cristina Kirchner y el titular de la Cámara de Diputados Sergio Massa. La cumbre tripartita logró cerrar una suerte de tregua política en favor de salvaguardar, en conjunto, la legitimidad de la gestión. Sus ya visibles efectos de unidad tendrán que soportar palos y piedras.

Finalmente fue Guzmán quien logró construir la unidad en la coalición de gobierno; no con su administración al frente de Palacio de Hacienda, sino con su dimisión presentada hace ya diez días. El escenario que durante casi un año rodeó al ahora exfuncionario albertista desde la derrota electoral en las primarias de 2021 implicó un profundo desgaste político para el oficialismo. En contraparte, la llegada al ministerio de su reemplazante Silvina Batakis se da en un contexto de mínima distensión, lo que debería ayudar a la nueva conducción económica a implementar su programa con menos ruido interno.

El deshielo se debe al menos en parte al diálogo del último miércoles entre los tres mayores referentes del oficialismo. El encuentro se conoció por una primicia mediática informada por la periodista Rosario Ayerdi, pero tanto sus participantes como diversos funcionarios del Ejecutivo desmintieron la reunión. Sin embargo, sus efectos ya son tangibles: en tándem, los tres sectores unificaron su discurso a favor de ciertos lineamientos económicos con el presunto fin de sostener a la ministra entrante, que incluyó en su flamante equipo a funcionarios de diversas líneas políticas. Además, coincidieron políticamente en criticar duramente la renuncia de Guzmán. ¿Cuánto durará la tregua?

Miércoles, jueves y viernes: reunión y primeras definiciones


Hace poco más de una semana, luego de oficializar la designación de Batakis en la cartera económica, Fernández compartió una cena privada con Kirchner. Pese al blindaje mediático en el que se enmarcó la reunión, el gobierno la confirmó posteriormente. No sucedió lo mismo el miércoles, cuando, según la versión mediática, las máximas autoridades de los poderes ejecutivo y legislativo se vieron las caras en Olivos por primera vez en varios meses, en un encuentro que se extendió alrededor de dos horas.

Los primeros resultados del diálogo conjunto aparecieron al día siguiente. Durante su habitual conferencia de prensa de los jueves, la portavoz Gabriela Cerruti adelantó una de las primeras definiciones económicas de la nueva conducción. “En este momento, por las cuentas de la Argentina, no está la posibilidad de avanzar con un proyecto como el salario básico universal”, expresó. Los dichos de la funcionaria apagan la propuesta del dirigente social Juan Grabois, apoyada por la propia vicepresidenta.

Pero más aún, el comentario anticipa la postura de Hacienda frente al gasto público: Batakis proseguirá con los lineamientos del programa económico de Guzmán. Eso significa otorgarle luz verde al plan codiseñado con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Como aseguró la nueva ministra este lunes: “Se mantienen las metas acordadas con el FMI. Creo en el equilibrio fiscal”.

Una nueva muestra de continuidad y de acercamiento político apareció el viernes con el anuncio del nuevo equipo económico, que se deshizo prácticamente por completo de la administración anterior. Hay excepciones: primero, el representante argentino ante el FMI Sergio Chodos, quien seguirá en su puesto. Luego, los funcionarios al frente de la Secretaría de Energía a cargo de Darío Martínez, de raigambre kirchnerista, también ratificados por Batakis. Su supervivencia resulta especialmente significativa dados los reiterados pedidos de desplazamiento que había hecho Guzmán.

Fin de semana: consolidación política Massa Alberto Cristina


En tanto, las definiciones políticas tras la reunión entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa surgieron sobre el fin de semana. En rigor, la primera llegó el viernes, en el acto que la vicepresidenta encabezó en El Calafate. Allí, la exmandataria calificó la renuncia de Guzmán como “un acto inmenso de irresponsabilidad política y desestabilización”. Después consideró: “Fue un gesto de ingratitud hacia el propio presidente”.

Ahora bien: las críticas de la líder kirchnerista se replicaron en boca de los demás referentes del Frente de Todos. Tras el acto por el Día de la Independencia el sábado 9 de julio en Tucumán, Fernández se sumó a la ola de rechazo. En diálogo con C5N, el jefe de Estado confesó: “Siento la salida de Martín Guzmán. Él sabe lo que pienso de cómo lo hizo. Creo que hay cuestiones de responsabilidad institucional que recomendaban que hubiera ocurrido de otro modo”.

Junto a ellos, el tercer actor mayoritario del oficialismo pronto coincidió con sus dos correligionarios. En una entrevista brindada a C5N, también desde Tucumán, Massa apuntó: “Fue una semana que, por la forma en que se dio la salida del ministro, nos puso en alerta de que las mezquindades individuales terminan poniendo en riesgo lo colectivo”. Por otro lado, el titular de la cámara baja evadió pero no negó los rumores sobre su posible traslado al gabinete ejecutivo: “Lo que hablo en privado queda en privado”.

Asimismo, al jefe del Frente Renovador se sumaron otros dirigentes de peso como el diputado nacional Máximo Kirchner, cabeza del kirchnerismo y camporismo bonaerenses. En todos los casos el denominador común fue la construcción de un adversario que unió a los sectores hasta ahora enemistados en la coalición; una sintonía política colectiva en contra de Guzmán, acompañada de la continuidad de su plan económico.

¿Cuánto durará la tregua entre Alberto, Cristina y Massa?


Jugadas las primeras cartas, cabe preguntarse cuánto durará la tregua entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa. Su fin inmediato parece ser dotar del respaldo político necesario a Batakis, cuyo desembarco en el Palacio de Hacienda no pudo evitar la disparada del dólar blue y del riesgo país como consecuencia de la crisis. Además del apoyo explícito o implícito a la flamante ministra, otra clave se encuentra en su equipo, que muestra una conjunción de fuerzas jamás vista durante la gestión Guzmán.

Más allá del aparente acercamiento en materia económica, las declaraciones acerca del ministro saliente determinan un importante eje de concordancia política en el oficialismo. Si el diálogo entre las partes se mantiene y profundiza, el nuevo diseño podría dotar al gobierno de cierta organicidad para que sus decisiones no choquen una y otra vez contra las discrepancias internas; una alianza tripartita, o una mesa política, donde se diriman las cuestiones hacia adentro para luego sostenerlas hacia afuera.

Pero para que todo ello se cumpla primero deben cosecharse buenos resultados tanto políticos como económicos. Batakis se topará con la primera piedra este jueves, cuando se conozca el índice inflacionario de junio, el último mes completo de gestión Guzmán. Habrá que esperar para ver cómo sortean la noticia la ministra y el resto del aparato de gobierno.

#PolíticaDeManual: La columna de Manuel Román
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