Juan Percowicz: El caso del contador perverso

A los 84 años, el contador Juan Percowicz es investigado por tercera vez en tres décadas. Actualmente. La Justicia lo acusa de ser el jefe de la secta de Villa Crespo.

Juan Percowicz fue detenido en La Casa del Lago, vivienda en la cual residía ubicada en el barrio cerrado Santa Clara, en Tigre. A pesar de haber sido procesado por asociación ilícita, trata de personas y lavado de activos, el contador público nacional no está preso.

Utilizó su mejor carta para evitar ir a prisión: ser una persona mayor de 84 años con problemas de salud. Por ese motivo, se encuentra detenido bajo arresto domiciliario desde el 30 de agosto pasado en un departamento del barrio porteño de Colegiales. 

Percowicz está acusado de ser el presunto líder y fundador la Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA), la secta desmantelada en Villa Crespo. Lo llamaban Papá, Jefe, Adonai, El Maestro y el Ángel, ya que se lo consideraba la máxima autoridad de la “escuela” acusada de trata de personas con fines de explotación sexual y laboral. Era tratado como un Dios, todos lo abrazaban, alababan e inclusive le besaban las manos. Todas y cada una de las decisiones del lugar, pasaban por este hombre que estaba al tanto de cada minúsculo detalle que ocurría en EYBA.

¿Escuela?


El origen de la secta se remonta a los años 80, cuando funcionaba como una escuela de filosofía, yoga y cultura New Age. Era una típica escuela en la cual Percowicz dictaba clases de arte y literatura. A medida que pasaba el tiempo, los miembros de la escuela ascendían y tenían personas a su cargo. No obstante, ascender en la tabla jerárquica significaba someterse a castigos sexuales, físicos y mentales, y cumplir una serie de “tareas”. Asimismo, debían generar dinero y sumar personas con el fin de cooptar más miembros.

Cabe destacar que una de esas “tareas” era obligar a hijos a tener relaciones sexuales con sus propios padres. Esto y la circulación de material pornográfico, lograron que en 1993 Percowicz fuera acusado de captación de personas con la finalidad de someterlos a explotación laboral y sexual. Sin embargo, la Justicia dictaminó que no había pruebas suficientes para procesar ni sobreseer al contador. La causa continúa abierta por reducción a la servidumbre.

Por otra parte, en 1995 se presentaron dos denuncias ante la Justicia por “corrupción de mayores y menores”. El líder de la secta se defendió diciendo que lo atacaban por ser judío. También consiguió el apoyo de referentes de organizaciones de Derechos Humanos.

Desde mediados de los noventa, EYBA redujo el número de miembros y prohibió el ingreso de menores de edad a las charlas. En los 2000, fundaron el edificio ubicado sobre la calle Estado de Israel, en Almagro, el cual funciono hasta los recientes allanamientos.

En la planta baja funcionaba la confitería donde se ofrecían charlas. Del primero al octavo piso había departamentos en los que las alumnas que eran explotadas sexualmente. En el noveno piso estaba el Museo del Amor, donde se hacían los rituales para limpiar de magia negra a los clientes. Entre los servicios que ofrecían las mujeres podemos mencionar curas de sueño, encuentros sexuales, ceremonias de “limpieza” y la posibilidad de invertir en la organización.

El método del contador Percowicz


En EYBA se llevaba registro de cada una de las personas que ingresaban a una de sus principales sedes ubicada en el edificio de la Avenida Estado de Israel al 4000. Además, todo lo que ocurría se filmaba, puesto que Percowicsz tenía control absoluto de todas las actividades de la organización. 

Entre las filmaciones encontradas en los allanamientos hay clases dictadas por el líder, películas infantiles y material con contenido erótico para adultos. Según las pruebas, el erotismo era el eje central de la organización. El Maestro creía que el intercambio erótico era una forma de divinidad que podía alcanzar la perfección cuanto más se practicaba.

El objetivo de Percowicz era alcanzar el billón de dólares y para eso usaba el método “Geishado”. Esta forma de disciplina trascendía lo sexual, puesto que era un comportamiento dentro de la escuela. 

El licenciado en Administración de Empresas hacía competir a los “miembros” para que escalaran en la jerarquía de una pirámide de niveles. Además, contaba con fichas de cada uno de sus “alumnos” a quienes se les otorgaba un carnet personal que aseveraba pertenecer a la organización.

Asimismo, los aspirantes debían leer 36 libros, entre ellos el diccionario de la RAE. Incluso, creó un lenguaje propio que funcionaba como idioma interno de EYBA. “Trinchera” eran los negocios generados por la “escuela” para autofinanciarse, y “hacer sobre” refería al dinero que se entregaba por mes a cada alumno. El diccionario incluía el término “beysear” que utilizaban las mujeres de la “escuela” al referirse a los servicios que le ofrecían a los clientes. 

Juan Percowicz dejó de dar charlas y controlaba absolutamente todo por teléfono. Todos le rendían cuentas y le consultaban cada decisión que implicaba a la organización. Según testigos, es un tipo de pocas palabras que evita los problemas.

Por Catalina Ciampa
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