Giuseppe Mario Pantaleo, mejor conocido en La Matanza y el mundo, como Padre Mario, ha sido sin duda un ícono de la solidaridad y amor al prójimo. Así, este sacerdote es reconocido fundamentalmente por su obra caritativa en la localidad matancera de Gonzales Catán. Hoy, en Desde Matanza, realizamos un recorrido por algunas de las frases más inspiradoras de esta gran figura local. padre mario pantaleo
El Padre Mario, siempre se mantuvo humilde para realizar su obra y contó con la ayuda de toda la comunidad de la zona. Sobre esto, dijo: “Hemos hecho esto acompañados por tantos, impulsados por tantos, y del deseo de tantos… porque si yo no hubiera tenido este grupo de personas, que me han acompañado y comprendido cuál era mi deseo, mi aspiración, esto no habría sido hecho”.
De esta manera, su misión siempre estuvo enfocada al amor al prójimo. Por eso, predicó por el respeto y la amabilidad. “El hombre no vive solo sobre la tierra. Creerlo, y actuar en consecuencia, supone acaso, un grave pecado de soberbia. No hace falta que perjudiquemos materialmente a nuestros semejantes para actuar. Basta con que nos olvidemos de ellos”.
Además, este icónico cura se manifestaba a favor de ser bueno con todas las personas, sin importar sus acciones. “Que nuestra mente no se nuble a la hora de entender a quién de un modo a otro nos ha lastimado. Que nuestra boca no se cierre en el momento en el que debe surgir una palabra de consuelo para aquel a quien le duele el alma. Que nuestra mano no se retraiga si el desposeído reclama un trozo de nuestro pan”.
Solidaridad divina padre mario pantaleo
Además de su obra, el Padre Mario dejó como legado una filosofía de verdadera misión comunitaria como forma de vida. “Sabemos que aquí y allá existen seres que necesitan que se les tienda una mano, que requieren que se les comprenda, que no se les juzgue, que se comparta sus pensamientos, sus deseos, sus angustias, sus miedos, sus hambres. Para todo ello es imprescindible llenar nuestro espíritu en la comprensión, más allá de nuestra naturaleza humana”.
El sacerdote no sólo consideraba la solidaridad desde el lado material, sino que la explicaba como todo un sistema de apoyo a las personas necesitadas. “La caridad, en cuanto amor de comprensión, no responde al modelo universal de amor que se particulariza. Es lo que cada uno necesite específicamente: un gesto de perdón, un abrazo, un acto de misericordia, una palabra de consuelo, un trozo de comida, un tiempo de escucha”.
Es por esto, que este excepcional cura no creía de ninguna manera en el egoísmo, y así lo predicaba: “Todo acto de injusticia es una manifestación del egoísmo; toda forma de injusticia es una manera de alejarnos del Creador. ¡Pobres criaturas! Toda reacción injusta es para cada uno de nosotros una condena. El dinero, el poder, las distintas formas de dominación que solemos practicar con nuestros semejantes, nos arrastran hacia la injusticia. Nos conducen, tal vez, hacia la forma más procaz de ofender a Dios”.