El valor de la solidaridad caracteriza al refugio San Eugenio que tiene más de 13 años de presencia en Virrey del Pino para brindar un espacio de esparcimiento a lxs jóvenes de la zona. La pandemia los obligó a reconstruirse y encontraron la manera de volver a reunir a las familias.
El refugio brinda un lugar entretenido para que chicxs y jóvenes desarrollen diversas actividades tales como talleres, deportes, encuentro con sus amistades y momentos optativos de oración. La idea fundante fue del Padre Sergio Menegoni. Él pertenece a la comunidad de Oblatos de María Inmaculada y al llegar a Virrey del Pino propuso generar un espacio de entretenimiento y oración para los menores que sigue vigente.
Una voluntaria que forma parte del Refugio San Eugenio desde hace muchos años se muestra contenta y alegre por volver a tener chicxs en la cancha de futbol y las galletitas para la merienda luego de la cuarentena. Jennifer Mayra Pizl, se integró pasados los tres años de la creación del establecimiento. Pero tras un tiempo ausente, se reintegró en el 2020 y debió reorganizar las tareas para seguir uniendo a las familias a pesar de la pandemia.
“Nosotros, por la pandemia, no tuvimos permitido abrir el lugar”, cuenta Jennifer y explica que se perdió la dinámica de los almuerzos, meriendas y cenas, como así también los diversos deportes que ofrecían a la comunidad joven. Sin embargo, agregó: “Lo que decidimos hacer fue empezar a llegar a la casa de cada uno de los chicxs”.
-¿Cómo hicieron desde el refugio San Eugenio para seguir asistiendo a las familias?
Mirá, todas las semanas empezamos a repartir mercadería, a llevarles una bolsa con alimentos, junto con el profe de gimnasia y con los chicxs del lugar. Así nos fuimos acercarnos a sus casas. También juntamos ropa. Para el día del niño les acercamos juguetes, para el día de la madre un detallecito para las mamas. Siempre tratando de estar presentes en las casas y de llegar a pesar de todo.
-¿De cuántas familias hablamos?
Lo que fueron estos ocho meses llegamos a visitar a 50 familias aproximadamente, una vez a la semana. Pero después se nos dio la oportunidad de dar las cajas de “Somos uno”, que es por un grupo de empresarios de diferentes alimentos y de cosas básicas para la casa que se juntaron e hicieron una caja en la que venían productos para la canasta básica. Entonces estos empresarios lo destinaron a diferentes sectores. Estaba hecho tanto desde Cáritas como de otros sectores de la iglesia evangélica. ¡Así llegamos a 200 familias! Cada vez que teníamos las cajas, se repartían.
-¿Cómo eran los repartos?
Las familias son de Virrey del Pino, la mayoría. Pero también van al refugio chicos del 35, El Sol, el 39 y Oro Verde. Entonces cada vez que llegaban las cajas, nos permitía llegar a las familias que nos acompañan o que los chicxs venían a hacer las actividades. Pero para repartir, no tenemos auto. El profesor de gimnasia tiene una camionetita así que íbamos cargando de a poco la camioneta y salíamos. Las primeras veces por ahí fue más complicado, pero una vez que ya agarramos el recorrido, ya lo hacíamos con facilidad.
-¿Qué respuestas recibieron por parte de las familias?
Las familias siempre agradecidas, siempre esperándonos. Nos pasaba que un día por ahí llovía y no podíamos salir porque son muchas las calles de tierra. Y cuando cambiábamos de día los chiquitos nos decía que “por qué no vinieron”, que “estuve mirando por la ventana, salía a cada ratito a ver si llegaban y no llegaba la camioneta”… Todas esas cosas que te dicen los chicxs que uno se muere. Pero bueno, a lo que llegamos, creo que entre todos pudimos hacer algo chiquito pero grande a la vez.
-¿Sentís que les faltó llegar a más lugares?
Sí, hubo veces que quedábamos cortos porque bueno, por ahí salían al encuentro a pedirnos de otros lados y no teníamos. Contábamos con cierta cantidad, pero la gente la verdad que fue bastante respetuosa, entendía por cómo les explicábamos la situación. Lamentablemente, no teníamos para ayudar a todos, pero a la gente que pudimos llegar lo hicimos.
-Y ahora, ¿cómo está volviendo la actividad al refugio San Eugenio?
Está costando, fueron muchos meses de que el lugar estaba cerrado y como no nos permiten tener grupos muy grandes, vamos convocándolos de a poquito. Tratamos de hacer el boca en boca, que los mismos chicos vayan invitando a los que venían. Ya empezaron con las meriendas otra vez con grupos reducidos, tomándoles la temperatura, recibiéndolos con el alcohol, tratando de tomar las precauciones necesarias y usando los barbijos. Después cuando se juntan a hablar, o a ocupar algún espacio dentro del refu, les pedimos que usen el barbijo, la limpieza, la higiene… tratamos de cuidarlos de ese lado.
-¿Y ellos qué opiniones tienen del espacio?
Hay chicxs que con el tiempo se fueron involucrando más, se van prendiendo y animando a hacer nuevas actividades, nuevos espacios dentro del refugio para los otros jóvenes y justamente con la idea “a mí me hubiese gustado esto”. El refugio tiene todos los años una convivencia y en esa convivencia también hacemos evaluaciones y los chicos proyectan qué les gustaría, qué cambiarían, qué mejorarían y todo eso siempre lo vamos teniendo en cuenta.
-Ya que de a poco se van activando las actividades, ¿qué es lo que necesitan para seguir adelante?
No sabría decirte (ríe). Yo creo que todo lo que llega siempre es bienvenido y siempre se le da un uso para los chicxs, siempre para ellos. Las cosas de deportes son útiles para jóvenes porque es algo que se va gastando como pelotas, paletas de ping pong. También, empezamos con las meriendas para los más chicxs que son los que tienen a partir de ocho años… ¡Así que siempre se necesita de todo un poco!
Antes de finalizar el encuentro por zoom, Jennifer explicó que no quiere dejar pasar por alto que el refugio ya que “funciona gracias al servicio voluntario de muchísima gente que viene a acompañar, que viene a hacer la merienda, que viene a limpiar los baños, que ayuda a los chicos”, tal como hace ella con o sin pandemia para los y las jóvenes de Virrey del Pino.
Para saber más del refugio:
Facebook: https://www.facebook.com/refugio.saneugenio
Instagram: @refusaneugenio
Por Luciana Prachas
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