
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que los precios al consumidor registraron en julio un incremento del 1.9% respecto a junio, cuando la suba había sido de 1.6% y con este resultado, la inflación acumulada en los primeros siete meses del año se ubicó en 17.3%, mientras que la variación interanual llegó al 36,6%. De acuerdo con el relevamiento oficial, la división que mostró el mayor aumento mensual en julio fue Recreación y cultura, con un avance del 4,8%, mientras que Prendas de vestir y calzado fue la única en registrar una baja, con una variación negativa del 0,9%.
La dinámica de precios sigue siendo un foco de atención para el Gobierno y para los analistas, que observan con preocupación la persistencia de incrementos en sectores clave del consumo. Si bien la inflación general se mantuvo en niveles moderados en comparación con picos previos, la presión sobre determinados rubros continúa afectando el poder adquisitivo. Desde el INDEC señalaron que las variaciones responden a factores estacionales, a ajustes tarifarios y a cambios en la demanda, aunque destacaron que la tendencia mensual muestra cierta estabilidad.
En este escenario, las autoridades económicas remarcan la importancia de seguir de cerca la evolución de la canasta básica y de los precios que más inciden en los hogares, particularmente en un contexto donde la recuperación del ingreso real sigue siendo parcial y desigual. “El dato de julio muestra que aún hay sectores con incrementos por encima del promedio y otros con bajas puntuales, pero la tendencia sigue siendo positiva respecto de meses anteriores”, indicaron fuentes del organismo estadístico.
En el detalle por rubros, Alimentos y bebidas no alcohólicas aumentó en julio un 1,9%, exactamente igual que la inflación promedio. Sin embargo, su peso en la estructura de gasto hizo que este grupo fuera el de mayor incidencia en el incremento mensual de todas las regiones del país, con excepción de la Patagonia. En esa región, el mayor impulso provino del sector Transporte, que desplazó a los alimentos del primer lugar en la contribución al alza general de precios.
El comportamiento de los alimentos sigue siendo clave para comprender el impacto de la inflación en la vida cotidiana. Desde INDEC explicaron que la suba en este rubro se debe a variaciones en productos frescos como frutas, verduras y carnes, así como en alimentos procesados. “El aporte de los alimentos a la inflación sigue siendo determinante, por su peso en la canasta y su impacto directo en los hogares de menores ingresos”, remarcaron técnicos del organismo.
Este escenario reafirma la importancia de monitorear de cerca los precios de los bienes de consumo masivo, ya que son los que marcan de manera más inmediata la percepción inflacionaria de la población. Mientras algunos analistas ven en la estabilidad mensual de este rubro un signo de moderación, otros advierten que cualquier shock de oferta o de demanda podría volver a acelerar las subas. “Lo que sucede con los alimentos es crucial, porque son el corazón del gasto de los hogares”, sostuvo un economista consultado.
En paralelo, el INDEC dio a conocer las cifras de la canasta básica total y la canasta básica alimentaria, que sirven de referencia para medir los umbrales de pobreza e indigencia. D julio, un hogar de cuatro integrantes necesitó $1.149.352,91 para no considerarse pobre, lo que representó un aumento del 1,9% en comparación con el mes anterior y un alza interanual del 27,6%. En tanto, para no catalogarse como indigente, el mismo hogar requirió $515.405.
Estos datos evidencian la presión que la inflación ejerce sobre los ingresos familiares, especialmente en sectores vulnerables. Expertos en política social advierten que, si bien los incrementos en la canasta básica acompañan la inflación general, su magnitud sigue siendo un desafío para las políticas de ingresos. “El problema es que el piso para no ser pobre o indigente se ubica cada vez más lejos del alcance de muchas familias”, expresó un especialista en temas de pobreza.
La actualización mensual de estos indicadores es observada de cerca por sindicatos, organizaciones sociales y cámaras empresarias, ya que impacta en negociaciones salariales, en programas de asistencia y en la dinámica del consumo. En este sentido, desde distintos sectores reclaman políticas focalizadas que permitan aliviar la carga sobre los hogares con menores ingresos, evitando que la inflación erosione aún más su poder de compra.