
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en su Informe Económico señaló que los precios mayoristas subieron 3,1% en agosto con respecto al mes anterior. Este dato generó alarma porque se ubicó por encima de la inflación minorista, que fue de 1,9% en el mismo período. En la comparación interanual, el incremento alcanzó el 22,1%, reflejando la persistencia de tensiones en los costos que afectan a toda la cadena productiva.
A este escenario se sumó otro factor de inquietud: el Banco Central tuvo que intervenir en el mercado cambiario luego de que el dólar alcanzara el techo de la banda de flotación establecida. Esta situación encendió las alertas, ya que pone en evidencia la fragilidad del esquema de control y la presión constante sobre la divisa estadounidense.
Durante el segundo trimestre del año, la economía mostró un crecimiento del 6,3% en la comparación interanual. Sin embargo, el dato trimestral reveló una caída de 0,1% respecto del período inmediato anterior. Esta contracción encendió las alarmas porque, como se sabe, “dos trimestres seguidos de caída del PIB marcan una recesión”.
La combinación de estos indicadores dejó al Gobierno frente a un día cargado de malas noticias en el terreno económico. Si bien el crecimiento anual todavía mantiene una señal positiva, la desaceleración en algunos rubros industriales deja abierta la posibilidad de tensiones más profundas en los próximos meses.
No obstante, el economista Emmanuel Álvarez Agis, en su columna semanal en #540°, introdujo un matiz en el análisis. Según explicó, es difícil que se configure un escenario recesivo inmediato porque conviven dinámicas sectoriales muy distintas: mientras ramas como la textil y la mecánica sufren una fuerte caída, otras como el petróleo y la minería sostienen su expansión. El problema, advirtió, es que estos últimos sectores son los que menos puestos de trabajo generan, por lo que su crecimiento no logra compensar el impacto social de la contracción en las áreas más intensivas en empleo.
En síntesis, el panorama económico refleja una dualidad: por un lado, se observan señales de fortaleza en sectores clave ligados a recursos naturales; por otro, persisten debilidades en ramas industriales que afectan de manera directa al mercado laboral. Esta combinación genera un horizonte incierto para la actividad y, sobre todo, para la estabilidad económica del Gobierno en los próximos meses.