
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se mantiene sobre un frágil soporte luego de que este lunes el diputado Máximo Kirchner renunciara a la presidencia del Frente de Todos en la cámara baja en rechazo al entendimiento, previo a su votación. De su mano, un quinto de la bancada oficialista podría oponerse al programa económico cuando llegue al Congreso, lo que comprometería seriamente el proyecto impulsado por el Ejecutivo. Si bien el historial de la coalición de gobierno exhibe sus internas, jamás han sido tan determinantes.
El viento del norte podría hacer volar el equilibrio en el Frente de Todos en Diputados, donde el máximo representante de la pata kirchnerista comunicó su desacuerdo con “la estrategia utilizada y los resultados obtenidos en la negociación” con Washington. Con ello, los sectores que responden al presidente Alberto Fernández y al titular de la cámara Sergio Massa tendrán que conseguir por sí solos la mayoría simple para aprobar el entendimiento, si es que los legisladores cercanos a Kirchner votan negativamente.
En este marco, la postura de Juntos por el Cambio en torno al acuerdo nubla aún más el cielo sobre la Casa Rosada. “O ellos votan todos juntos, o hay que derogar la ley”, advirtió esta semana la presidenta del PRO Patricia Bullrich, en diálogo con LN+. En favor del gobierno nacional, son contadas las veces en que el Frente de Todos ha dividido voluntades en el Congreso. ¿Qué pasará esta vez?
En principio, el rechazo de Kirchner al acuerdo con el FMI alcanzado por Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán podría replicarse en las filas más cercanas a la vicepresidenta Cristina Kirchner, madre de Máximo. Si la escisión interna se concreta, cercad de 25 votos oficialistas podrían fugarse en la Cámara de Diputados. Las voluntades corresponden a los congresistas identificados con la agrupación La Cámpora, así como a representantes sindicales y de la izquierda en el gobierno.
El Frente de Todos mantiene su hermetismo. Tras la designación del legislador por Santa Fe Germán Martínez como nuevo titular de bloque, el oficialismo no contesta qué pasará con el acuerdo. El nombramiento instigó las renuncias de las demás autoridades del espacio, aunque finalmente no se confirmaron. En este volátil marco, parecen horas de negociación y debate interno en la coalición de gobierno.
“Sería más que incorrecto aferrarse a la presidencia del bloque cuando no se puede acompañar un proyecto de una centralidad tan decisiva”, escribió Kirchner. El ahora raso legislador -en cuestiones formales pero no en poder político- aseguró que no puede dejar de lado “sus convicciones”. Estrictamente, de allí no se desprende que votará en contra del programa económico codiseñado con Washington. Después de todo, presumió su “nivel de pragmatismo” para acompañar proyectos con los que estaba “en profundo desacuerdo”.
Las semanas venideras definirán si el Frente de Todos divide o no su veredicto. Desde su constitución, la coalición de gobierno no tiene una historia de votar en sentidos opuestos. La racha se rompió en contadas ocasiones; entre ellas, en el debate por la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. El tiempo dirá si la bancada de 118 diputados oficialista comienza a funcionar, en la práctica, como un interbloque.
Este miércoles, luego de una reunión de la mesa nacional, Juntos por el Cambio emitió un comunicado donde exigió “responsabilidad” al oficialismo. Su postura en torno a la votación permanece incierta: pese a una primera reacción relativamente optimista hace una semana, cuando la coalición consideró “positivo” el primer acuerdo con el FMI, hoy el espacio se halla expectante y continúa con las discusiones internas sobre el rumbo a tomar.
Sobre los dirigentes cambiemitas pesa el tener en sus manos el destino del acuerdo en Diputados. Si todas las fuerzas de la oposición dan su voto desfavorable al proyecto, la negativa se impondrá aproximadamente por 134 a 123 contando aliados. La diferencia podría estirarse si el grupo de 20 legisladores que encabeza Kirchner tampoco apoya el programa. En contraparte, si Juntos por el Cambio decide acompañar la iniciativa del Ejecutivo, podría terminar otorgando más positivos que el propio oficialismo.
Otra alternativa es que la coalición divida voluntades. Públicamente han surgido declaraciones encontradas entre referentes del radicalismo y del PRO que anticipan diferencias hacia adentro del interbloque. A la negativa de Bullrich a aprobar el acuerdo si el oficialismo se separa se opone la posición más moderada del radicalismo encarnada en su presidente Gerardo Morales, quien recientemente advirtió: “No vamos a dejar que el PRO nos empuje”.
Por lo pronto, tal como el Frente de Todos, la principal fuerza opositora se mantiene en silencio. En el entorno de un jefe de bancada repiten que “aún Juntos por el Cambio no se pronunció dado que no se conoce la letra chica del acuerdo”. Sin embargo, apagan la posibilidad de tomar caminos independientes: “Será la posición de todos los bloques”. Por estas horas, toma fuerza otra vía para garantizar la gobernabilidad: abstenerse y que el oficialismo logre la mayoría. Es temprano todavía.
Así dado, el panorama aún no garantiza ningún resultado. Pocos son los votos grabados en piedra: en Diputados, se da por seguro que ni el liberalismo ni la izquierda apoyarán el programa económico. En el interbloque Federal, los tres legisladores de Córdoba Federal anticiparon que no irán por la positiva ni la negativa, y su decisión se podría replicar por los cinco asientos restantes del espacio. Con todo, la suma daría 16 rechazos o abstenciones de partidos menores.
De concretarse la fractura interna del Frente de Todos, más de dos decenas de diputados se opondrán al acuerdo con el FMI en la votación. La centena de apoyos restantes serán insuficientes para aprobar el entendimiento a menos que un total de 60 legisladores de cualquier color se abstengan. Sin embargo, los tres radicalismos cambiemitas podrían proveer hasta 56 veredictos favorables si la coalición se separase.
Limpia de renuncias de jefes de bloque, la situación en el Senado es más calma. En caso de que el oficialismo logre reiterar el apoyo prestado por sus aliados de La Rioja, Misiones y Río Negro, los 38 congresistas resultantes podrán aprobar el proyecto sin perjuicio de las 33 voluntades de la coalición opositora ni la cordobesa restante. Por último, si Juntos por el Cambio firma la abstención, el oficialismo podrá promulgar el acuerdo con el FMI en ambas cámaras.
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