Tras las tensas 48 horas que siguieron a la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán el sábado, el gobierno se reperfila con el desembarco en el Palacio de Hacienda de Silvina Batakis, una nueva cara que alienta al presidente Alberto Fernández y a su vice Cristina Kirchner a tender puentes que garanticen unidad en el oficialismo. La flamante titular de área deberá navegar entre el apoyo de la exmandataria, por ahora garantizado, y las políticas del jefe de Estado. Y, por si fuera poco, llegar a la otra orilla con resultados favorables.
“Será primordial trabajar en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante”, para que “quien me suceda pueda llevar adelante las gestiones conducentes al progreso económico y social con el apoyo político que es necesario para que aquellas sean efectivas”, afirmó Guzmán en su carta de dimisión. Su salida, hija del desacuerdo al interior del Frente de Todos, era reclamada fuertemente por el kirchnerismo más duro. No obstante, posibilitó el primer contacto entre el presidente y la vice en meses, a fin de brindar apoyo conjunto a la nueva conducción.
El aterrizaje de Batakis en el ministerio nacional más importante no impidió las turbulencias en el vuelo. Mientras la cartera se mantuvo acéfala, el Ejecutivo barajó numerosos cambios que terminaron por no materializarse. Las sustituciones habrían significado un profundo replanteamiento del gabinete, similar a aquel que prosiguió a la derrota electoral oficialista en 2021. Aquietadas las aguas, el escenario no deja de ser preocupante: con el dólar blue en alza y el riesgo país al galope, la flamante administración de Hacienda inaugura su actividad en plena crisis política y económica.

El sábado por la tarde, mientras Kirchner encabezaba un acto público en Ensenada, Guzmán comunicó su renuncia al frente del ministerio. Versiones mediáticas como la difundida por A24 indican que el presidente ya estaba al tanto de la dimisión: el ministro saliente le habría pedido a Fernández el comando total del aparato económico, incluyendo áreas en disputa con el kirchnerismo. Ante la respuesta negativa, el más fiel representante del albertismo en el gabinete decidió apartarse de su cargo.
Los argumentos esgrimidos en su carta invitan a una lectura similar. “Será primordial que quien me reemplace cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante”, insistió el exministro. Entre esas herramientas se hallaría la secretaría de Energía, bajo el mando de funcionarios kirchneristas por cuyo desplazamiento bregó Guzmán reiteradamente y sin éxito.
Además, la salida se enmarca en el desmantelamiento que atraviesa el sector albertista del gabinete. La tríada compuesta por los ministros de Economía (Martín Guzmán), Producción (Matías Kulfas) y Trabajo (Claudio Moroni), que respondía directamente al presidente, perdió a dos de sus tres titulares de área en el último mes. Hoy solo el último queda en pie, en tanto las primeras dos carteras han pasado a depender de funcionarios cercanos al kirchnerismo; un movimiento exigido repetidas veces por los referentes más acérrimamente ligados a la vice.

Luego del desfile de nombres, que hacia la noche del domingo superaba la media docena de candidatos, la presidencia designó a Batakis como sucesora de Guzmán. La elección no fue sencilla: involucró una comunicación telefónica que duró cerca de 50 minutos entre Fernández y Kirchner. Gestionado por la titular de Madres de Plaza de Mayo Estela de Carlotto, el diálogo significó el primer contacto entre las dos máximas autoridades del Ejecutivo desde su última aparición en público a comienzos de junio.
Así, la bolilla cayó en Batakis. La funcionaria fue ministra de Economía por la Provincia de Buenos Aires durante la gestión del exgobernador Daniel Scioli entre 2011 y 2015. Al momento de la renuncia de Guzmán, conducía la secretaría de Provincias dentro de la cartera del Interior que dirige Eduardo “Wado” de Pedro. Esa trayectoria señala su pertenencia política: se trataría de una ministra más afín al kirchnerismo que su predecesor.
El nombramiento ocurrió el lunes. Ese día abrió el mercado cambiario tras el agitado fin de semana, con un dólar blue que se estrenó a $280 y logró cerrar a $260, $21 por encima del registro anterior. Asimismo, sobre la mañana del martes, después del feriado en Estados Unidos, llegó la definición del riesgo país. El indicador de Wall Street se disparó casi 10% respecto al viernes y alcanzó un pico de 2.596, su número récord desde 2020.
Tras la asunción de Batakis, el lunes por la noche esperaba una nueva definición política: Alberto Fernández y Cristina Kirchner compartieron una cena a solas en la residencia de Olivos. El encuentro se realizó en forma prácticamente blindada, sin embargo, algunos trascendidos informan que el temario incluyó discusiones de la agenda económica. También aseguran que la tensión entre el presidente y la vice no ha relajado.

El rol del nuevo ministerio de Economía será dar las puntadas necesarias para resolver la crisis que aqueja al bolsillo de la ciudadanía. En esta materia Batakis inscribe ciertas similitudes y diferencias con la posición de su antecesor, especialmente dada su matriz ideológica; si bien cabe resaltar que, en principio, la flamante conducción de Hacienda no implicará un giro de 180° en el planteo económico del gobierno.
Entre las primeras definiciones de Batakis, una destaca a primera vista: su postura acerca del programa económico del Fondo Monetario Internacional (FMI). Pese a la mencionada afinidad kirchnerista de la extitular bonaerense, aquí la funcionaria se desmarcó del núcleo duro y decidió continuar el plan diseñado por Guzmán, aunque no descartó “modificaciones en cada revisión trimestral”. Como sintetizó a C5N: “A ninguno nos gustaría tener diálogo con el FMI, pero hay un acuerdo y hay que cumplirlo”.
A su vez, respecto al gasto público y la balanza fiscal, la ministra entrante declaró: “El Estado no tiene por qué tener superávit. Pero tampoco puede haber déficit permanente”. Además, aseguró que el gobierno debe “planificar la economía” teniendo en cuenta “también a los empresarios”. Junto a ello, hizo hincapié en la necesidad de “coordinar las acciones” para saldar la crisis. Las afirmaciones no se alejan de las políticas que intentó Guzmán.
Dicho esto, otro punto de conflicto forzará a Batakis a definir lados entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Recientemente la vicepresidenta acusó a agrupaciones sociales de manejar discrecionalmente planes de ayuda económica; entre ellas, lanzó contra el Movimiento Evita, de raigambre albertista. En su lugar, la exmandataria insistió con un salario básico universal que cuenta con el aval del dirigente social Juan Grabois. La iniciativa no termina de entusiasmar a las mutuales que apoyan a Fernández. La luz verde dependerá de Batakis.

Finalmente, una última clave política se ubica en torno a otros liderazgos en el Frente de Todos. Durante las jornadas que siguieron a la renuncia indeclinable de Guzmán, la danza de nombres incluyó con centralidad a un referente de primera línea: el titular de la Cámara de Diputados Sergio Massa. A su alrededor flotaron rumores, trascendidos e informaciones preliminares que anticipaban un hondo replanteamiento del gabinete, pero que jamás se concretó.
Sería cierto que el exintendente fue tentado con un cargo de “superministro”, probablemente como jefe de Gabinete. Ello ya había sucedido en septiembre de 2021, cuando la derrota electoral en primarias obligó al gobierno a repensar sus carteras. La supuesta maniobra contemplaba otorgarle al tigrense no solo el cargo superior entre los ministros, sino también el área de Economía, que pasaría a ser conducida por otro referente massista. No obstante, las negociaciones políticas entre el líder del Frente Renovador y sus contrapartes en la coalición, albertismo y kirchnerismo, no llegaron a buen puerto; y el movimiento fracasó.
En cambio, el sector que sí vio su protagonismo renovado es el de Daniel Scioli. El (aún flamante) ministro de Producción pasó de dirigir la embajada argentina en Brasil en junio a, solo un mes después, copar de referentes propios el área económica del gabinete. Si antes la tríada de titulares respondía absolutamente al presidente, hoy dos tercios se vinculan al sciolismo, en el que es su gran regreso a la escena política nacional. El kirchnerismo asiente: es más compatible con el exgobernador bonaerense que con Guzmán y Kulfas.
En este escenario asume Batakis la responsabilidad de conducir el Palacio de Hacienda. Cuenta con apoyo político, pero la empresa económica que tiene por delante no es fácil. Mientras tanto, está en juego nada menos que la unidad del Frente de Todos.
Batakis: Recuperar el poder adquisitivo de los salarios “va a llevar tiempo”