“Si sos buena persona, mínimo querés cambiar el mundo.” Admitió el periodista que trabajó en Tiempo Argentino, y tiene una larga carrera llena en la que defendió sus valores. Carlos Romero periodista
Es querido por muchos alumnos, a los que les enseña en la Universidad Nacional de La Matanza, dentro de la carrera de Comunicación Social. Es un docente que da de qué hablar en los pasillos universitarios. Durante las primeras clases, se presenta como un periodista común. Pero durante la cursada, el alumnado puede deducir que no es tan común como dijo ser. Lo que sí es común, es que los estudiantes esbocen una sonrisa al ver que como pocos profesores, Romero defiende la idea de que es posible ser exitoso en la profesión y a la vez, ser buena persona. Carlos Romero periodista
La alta casa de estudios que ya tiene 31 años, tiene grandes exigencias porque pretende mantener la excelencia académica. Por eso, sus profesores suelen destacarse en el ámbito laboral. Pero si bien la excelencia profesional es un requisito para enseñar, la vocación por mejorar al mundo, no lo es.
Antes de la llegada del Covid-19, se oían los comentarios rebotar entre las aulas. Entre charlas y risas dentro del aula, los que están sentados en los pupitres, veían esa chispa de pasión que Romero solía despedir en cada frase.
A lo largo del cuatrimestre, Romero enseña desde la técnica el valor que tiene saber informar, porque según explicó tantas veces, la información es una herramienta poderosa pero más aún, es saber comunicarla.
Repudia a los que se hacen llamar periodistas, pero son “mercenarios de la información”. Explicó en muchas clases su apreciación sobre aquellos que saben cómo hacer daño al pueblo detrás del escritorio y lo hacen. “Sabemos que los medios no son el lugar de trabajo que nos gustaría que sean. Pero formamos a los estudiantes de periodismo para que puedan cambiar eso.” Agregó el profesor, refiriéndose al ambiente de los medios de comunicación masivos.
Es común que al final del cuatrimestre, los aspirantes a periodistas se esfuercen para llegar al siete que los aleja de la temida instancia de final. Pero en este caso, muchos alumnos manifestaron que no sólo pretenden promocionar. Sino que además, les complace irse con la sensación de que el profesor que enseña con tanta pasión, les dio el visto bueno a su trabajo. “Les enseñamos para que enfrenten al mundo, no para que se adapten a él.” Finalizó Carlos Romero.
Escrito por Rocío Cabrera
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