

El caso que conmueve a la Argentina sumó un nuevo capítulo con la captura en Perú de Jony Janzen Valverde Victoriano, alias “Pequeño J”, y su mano derecha, Matías Ozorio. Ambos eran los principales sospechosos del triple femicidio narco de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez, halladas asesinadas en una vivienda de Florencio Varela. La investigación, marcada por el rastreo de celulares, testimonios clave y una trampa con mensajes falsos, permitió avanzar en una de las causas más violentas de los últimos tiempos.
El seguimiento comenzó el 24 de septiembre, cuando la Policía Bonaerense detuvo a cuatro implicados: Magalí Celeste González Guerrero (28), Miguel Ángel Villanueva Silva (25), Maximiliano Parra (18) y Daniela Lara Ibarra (19). Mientras los más jóvenes fueron hallados limpiando la escena del crimen, la pareja de uno de ellos entregó datos decisivos: direcciones y la confirmación de que “Pequeño J” había ordenado grabar un video de los asesinatos.
Esa pista derivó en allanamientos en Villa Zavaleta, en Barracas, y en José C. Paz, donde vivía una de las parejas del prófugo. Allí se incautaron armas, municiones, ropa y un celular que resultó determinante. “Obtuvimos el teléfono que estaba usando y lo pusimos en escucha directa. A partir de ahí seguimos la ruta de su escape”, explicó el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso.
Las escuchas confirmaron que el joven de 20 años había huido hacia Bolivia en un camión y planeaba reunirse en Lima con Ozorio. Aunque la señal se perdió en zonas montañosas, la cooperación entre fuerzas de Argentina, Bolivia y Perú permitió retomar el rastro.
El primero en caer fue Ozorio, ubicado en el centro comercial Plaza Norte de Lima. Un detalle lo delató: llevaba puesta una chalina, prenda poco común en la zona. Los agentes ya sabían que se comunicaba seguido con Argentina y aprovecharon la situación.
La trampa surgió después. Los investigadores se hicieron pasar por él en mensajes dirigidos a “Pequeño J”, lo que permitió concretar un falso encuentro en la zona de Plaza Trujillo. Allí, en una pensión cercana a Parque Lima, finalmente interceptaron un camión Volvo donde se escondía el presunto líder narco.
“Todas las personas que contactamos tenían pánico de hablar porque esta persona tiene perfil sádico. Fue difícil vencer ese cerco”, remarcó Alonso. El funcionario agregó que incluso otras organizaciones criminales aportaron datos para acorralarlo, debido a la brutalidad del crimen.
Con las detenciones de Valverde Victoriano y Ozorio, ya son nueve los apresados. Sin embargo, restan al menos dos prófugos, señalados como quienes trasladaron a las chicas en una Chevrolet Tracker desde La Tablada hasta Florencio Varela con el engaño de una supuesta fiesta.
La hipótesis principal sostiene que las víctimas fueron atacadas porque una de ellas habría retenido dinero o drogas de la organización, dedicada a la venta de “tusi” o cocaína rosa. Según la investigación, “Pequeño J” buscó enviar un mensaje de terror hacia su propia banda, otras organizaciones de Buenos Aires y sus superiores en la cadena criminal.
Entre los ya detenidos también figuran Ariel Giménez, acusado de cavar los pozos donde enterraron a las víctimas, y Lázaro Víctor Sotacuro, junto a su sobrina Florencia Ibáñez, sospechados de haber dado apoyo logístico. Todos permanecen a disposición del fiscal Adrián Arribas y fueron trasladados a penales bonaerenses mientras avanza la causa.
El triple femicidio de Brenda, Morena y Lara expuso la violencia extrema ligada al narcotráfico en el Conurbano y abrió el debate sobre la vulnerabilidad de los jóvenes en contextos atravesados por drogas y criminalidad organizada. La captura de “Pequeño J” y Ozorio no cierra la investigación, pero significa un paso clave para desarticular a una banda cuya saña terminó conmocionando a todo el país.