
En la provincia de Córdoba se desató una ola de dolor e incertidumbre tras la seguidilla de muertes súbitas que, en tan solo cinco días, se cobró la vida de cuatro menores. Los casos ocurrieron en distintos contextos —cumpleaños, escuela, clubes y actividades deportivas—, pero todos tienen en común la sorpresa y la impotencia de familiares, docentes, amigos y profesionales de la salud que no lograron revertir los trágicos desenlaces.
El hecho más doloroso se registró en Capilla de los Remedios, en el departamento Río Tercero, cuando Thian Toledo, de 7 años, perdió la vida durante un festejo de cumpleaños. El lunes, cerca de las 20 horas, mientras jugaba con sus amigos, el niño se sentó de manera repentina en una silla y enseguida se descompensó.
Su madre relató que en ese instante perdió el conocimiento y no respondió a los intentos por reanimarlo. La tía abuela, Ana Toledo, brindó detalles de lo sucedido en diálogo con Cadena 3: “Supuestamente se había descompuesto, cayó al suelo y estaba morado”. Poco después recibió la noticia devastadora: “Llamé a la madre y me dijo que el chiquito estaba muerto”.
La familia aseguró que Thian no tenía antecedentes médicos que pudieran anticipar un episodio de este tipo y denunció que la ambulancia demoró en llegar. El niño fue trasladado al hospital local en estado muy delicado. Allí, pese a que los médicos intentaron reanimarlo durante 45 minutos, sufrió un paro cardiorrespiratorio que resultó irreversible.
La Fiscalía de 2º turno dispuso la intervención de la Policía Judicial para esclarecer las causas del fallecimiento. El cuerpo fue sometido a una autopsia y se aguardan los resultados oficiales.
Mientras tanto, madres del colegio al que asistía Thian organizaron una colecta para acompañar a la familia en los gastos del sepelio: “Están atravesando un momento de profundo dolor. Quienes deseen acompañarlos pueden colaborar con los gastos”, expresaron en un mensaje difundido en la comunidad educativa.
Otro de los casos que conmovió a Córdoba fue el de Lautaro Maineri, de 15 años, quien falleció tras descompensarse en la escuela Guarnición Aérea Ipet 251 mientras jugaba al truco con compañeros y docentes.
Lautaro era arquero del Club Atlético All Boys del barrio Rosedal. Tras el episodio fue derivado a la Clínica Vélez Sarsfield, donde los médicos detectaron un coágulo en la cabeza en una zona inoperable. El adolescente permaneció en estado vegetativo hasta que finalmente falleció.
Su coordinador de fútbol, Gabriel Peralta, lo recordó con emoción: “Lo vimos bien, estaba bien, no presentaba ningún problema. Cuando terminó el partido lo abracé, le dije que había tenido un muy buen partido, nos abrazamos sin saber que iba a ser el último abrazo que le iba a dar”.
Por su parte, Marcelo Capdevila, presidente del club, lo describió como “un chico muy alegre, muy divertido, un chico que venía a entrenar”. Resaltó su compromiso con el deporte, al señalar que incluso entrenaba con el equipo femenino cuando no coincidían los horarios con sus clases. También remarcó que los jugadores se someten a controles médicos de manera periódica.
El tercer episodio ocurrió en el Club Atlético San Lorenzo, ubicado en el barrio Las Flores, cuando un adolescente de 13 años se desplomó mientras jugaba al fútbol con sus compañeros. El hecho sucedió en la sede de la Avenida Concejal Felipe Belardinelli.
Un docente intentó reanimarlo con maniobras de RCP hasta la llegada de los servicios de emergencia. Posteriormente, personal de salud y efectivos policiales organizaron un cordón sanitario para trasladarlo al hospital de niños. Sin embargo, pese a todos los esfuerzos, los médicos confirmaron su muerte, generando una profunda conmoción en la comunidad deportiva.
La serie trágica comenzó en Villa Carlos Paz, cuando un adolescente de 13 años sufrió muerte súbita durante una práctica de gimnasia en la plaza del barrio Los Eucaliptos. El hecho ocurrió cerca de las 13.45, en la intersección de Azopardo y Kant. Según el testimonio de una docente presente, el joven se encontraba en plena actividad física cuando se descompensó de forma inesperada.
Testigos le practicaron maniobras de RCP antes de que fuera trasladado al Hospital Municipal Gumersindo Sayago, donde se confirmó su deceso. La causa fue registrada oficialmente como muerte súbita.
El medio local La Nueva Mañana informó que el adolescente asistía al Ipem Arturo Illia, en la localidad de Punilla. El caso quedó bajo la investigación de la Fiscalía del Tercer Turno, a cargo de la doctora Jorgelina Gómez, quien ordenó las actuaciones judiciales correspondientes.
Estos cuatro fallecimientos ocurridos en tan poco tiempo dejaron a Córdoba sumida en la tristeza y la incertidumbre. En cada caso, familiares, docentes, amigos y autoridades coinciden en señalar lo inesperado y fulminante de los episodios, que ocurrieron sin señales previas de alarma y en jóvenes que llevaban adelante una vida cotidiana y activa.
La justicia y los organismos de salud avanzan en las investigaciones para determinar con precisión las causas de cada muerte, mientras las comunidades educativas y deportivas multiplican gestos de solidaridad para acompañar a las familias en medio de tanto dolor.
Con esta seguidilla de muertes súbitas en menores, el impacto emocional se hizo sentir con fuerza en toda la provincia, y reavivó la necesidad de reforzar los controles médicos, así como la capacitación en maniobras de reanimación en ámbitos escolares, deportivos y comunitarios.