Para empezar se podría decir que no es arte como lo conocemos o lo consumimos desde la concepción del mismo, aunque sí lo es. Lo que tiene de novedoso es que los artistas venden los NFT (No Fungible Token), o sea archivos en formato JPG, el más común y usado por las cámaras de fotografía digital y otros dispositivos. ¿Pero qué pasa con esto? ¿Por qué genera tanta polémica? crytoArte
Para empezar en el imaginario colectivo el arte es una obra tangible en forma de cuadro que se expone en algún museo o galería del mundo, aunque vale aclarar que no es solamente eso, pero tema aparte otra discusión. Lo importante es que estos archivos sueltos ahora se pueden comercializar. Se guardan en un dispositivo de almacenamiento de datos llamado Blockchain en el cual se puede guardar el link de una obra. La fecha en la que fue realizada y hasta quien la hizo y su comprador. O sea, es un pedazo de información único y original que le pertenece a una sola persona de manera digital, lo que le permite intercambiarlo por dinero.
Otra pata importante de esta encrucijada red de data informática, son las criptomonedas como el bitcoin y el ethereum. Ambas monedas están ligadas al crytoarte, ya que todas estas operaciones se realizan dentro de ese mundo. Sirven para las especulaciones de los grandes inversores de criptomonedas, pero también hay quienes realmente apoyan a los artistas digitales y otros solo pretenden la acumulación ficticia de un bien inmaterial, pero que puede llegar a valer millones a lo largo del tiempo. En simples palabras, otra manera de tener estatus dentro de una sociedad.
Hay casos conocidos como la imagen de la modelo estadounidense, Emily Ratajkowsky, quien se vio afectada por el artista Richard Prince por la apropiación de una foto de ella misma que se encontraba en una revista y la cual él intervino para convertirla en obra de arte. Esto causó revuelo en las últimas semanas en las redes sociales porque esa “obra” iba a ser subastada en un remate digital. El problema radica en los derechos de autor y en sus permisos para poder utilizar la foto. Todavía es un tema delicado donde se siguen explorando los límites de la autenticidad.
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