Mafalda fue una revolución en el comic. Interpelaba la guerra de Vietnam, los derechos humanos, las injusticias de la sociedad en los años ’60, su infantil odio a la sopa y el cuestionamiento a los adultos que la rodeaban.
El personaje que Umberto Eco acabó definiendo como una “heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es, reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres”, acabó convirtiéndose en un personaje que canalizaba las preocupaciones de los argentinos, en un país golpeado por una seguidilla de gobiernos militares y atentados a la democracia.
“Ella sería la única con capacidad de entender esas conexiones que a nosotros se nos escapan y de poner en entredicho el acomodado equilibrio institucional con un comentario que descubra lo que todos sabemos: que vivimos cabeza abajo en el globo, o que “¡paz!” es la onomatopeya de una bofetada” afirmó el periodista Daniel Samper Pizano en su texto “Mafalda, el foie gras y la oca”.
Joaquín Salvador Lavado Tejón, mas conocido por su seudónimo Quino, hijo de inmigrantes andaluces, nacido en la provincia de Mendoza, descubrió su vocación de muy pequeño, gracias a la influencia de su tío Joaquín Tejón, quien era pintor y diseñador gráfico.
Ya de joven, y con varias historietas de su creación, se mudó a la capital, Buenos Aires, donde buscó trabajo en diarios, revistas y agencias publicitarias.
La trayectoria de Mafalda abarca el periodo comprendido entre los años 1964 y 1973, en tres publicaciones: “Primera Plana”, “El Mundo” y “Siete Días Ilustrados”. Como una “historia curiosa” define el humorista y escritor Miguel Brascó la participación que le cupo en el nacimiento de Mafalda. Amigo personal de Quino, habían compartido paginas en varias revistas humorísticas.
“Quino me había comentado que tenia ganas de dibujar una tira con chicos”, recuerda Brascó. “Un día llaman de Agens Publicidad y me piden un dibujante capaz de urdir una tira cómica que habría de publicidad de manera encubierta para promocionar los electrodomésticos Mansfield producidos por Siam Di Tella”. Quino había visto en la película argentina “Dar la cara” a una niña llamada Mafalda, y utilizó ese nombre para el personaje central de su historieta.
Cuando se descubrieron las intenciones publicitarias que alentaban al comic, los diarios se negaron a publicarlo. Quino archivó las doce muestras hasta que, en septiembre de 1964, se los pidieron para la revista “Primera Plana”. Había nacido Mafalda. Empezó con entregas semanales, pero tuvo un éxito tan grande que el propio Quino jamás sonó y a partir de marzo de 1965 debió hacer una historieta cada 24 horas. “Era un trabajo tremendo, porque yo necesito tiempo para madurar la idea -comentó-. Nunca hubiera creído que podría aguantar diez años dibujando a Mafalda.”
En mayo de 1973, Quino hace que los personajes comiencen a despedirse de los lectores. Finalmente, en junio del mismo año, fue la última publicación de la historieta.
Sin embargo, en años posteriores, ha hecho apariciones ocasionales por motivos humanitarios como en 1976, Año Internacional del Niño, UNICEF pide a Quino hacer un afiche e ilustrar los 10 principios de la Declaración de los Derechos del Niño.
Así como Mafalda marcó a varias generaciones con sus críticas y reflexiones acerca del mundo que nos rodea, también inspiró a muchos artistas del humor grafico que siempre rindieron homenaje tanto a ella como a su creador.
Carlos Loiseau, mas conocido como Caloi, entregó para la publicación del libro “Toda Mafalda”, tres tiras publicadas de su exitosa historieta “Clemente” en las que ya había rendido su tierno homenaje al personaje y su autor.
Roberto Fontanarrosa, en cambio, elaboró este dialogo entre Inodoro Pereyra y el Mendieta, donde juega, como suele hacerlo, con la ambigüedad de las palabras. Otros dibujantes como Sendra (Fernando) y Rep (Miguel Repiso) sumaros a sus ilustraciones textos cargados por la relación afectiva con Quino.
Querido Quino:
Me resulta muy difícil expresar mis sentimientos en privado e inevitablemente tiendo a minimizarlas cuando estoy frente a quien debo manifestarle mis afectos. Por eso aquí, solo frente a mi máquina, sin ver reflejada mi propia imagen en tu mirada, puedo contarte que tengo ese horror masculino a decirte que te quiero, pero te quiero. Intenté escribir “te estimo”, era mas de macho, pero distante. “Te aprecio”, me pareció una artera puñalada por la espalda. “Gusto de vos”, demasiado insinuante y provocativo. “Te amo”, decididamente fuera de lugar, y además soy casado. x“Te adoro”, una exageración mística. “Te valoro”, una bosta. Por eso, porque no me queda otra, te tengo que querer, y te quiero.
Pero hay algo más, de vos aprendí mucho.
Te lo debo.
Espero sabértelo pagar.
Un beso.
Fernando, el Sendra
Mafalda ha representado el idealismo y las ganas de cuestionar y cambiar al mundo desde la inocencia de la niñez. Así como escribió Miguel Rep en su texto en homenaje a Quino, “Mafalda era una de las nuestras, frente al astuto y dominante mundo adulto (…) Sigamos el ejemplo de Mafalda, su doctrina: ¡No guardemos silencio!”.
