Sobreviviendo al sistema prostituyente: “Tengo aceite de avión en algunas partes del cuerpo”

Cómo logró salir de la prostitución, los años de excesos para calmar el dolor, y las consecuencias físicas y psicológicas de una mujer que vivió violencias de todo tipo.

Escrito por: Catalina Ciampa | Publicado: 7 de Agosto de 2023

sobreviviendo al sistema prostituyente

Elena Moncada fue prostituida durante 18 años. Interminables años de sufrimiento, de sentir cada minúscula gota de dolor atravesando su cuerpo, de no poder huir así porque sí. De afuera tal vez se ve fácil. Quizá parezca que las víctimas tienen poder de decisión, que con un pestañear pueden abrir la puerta y elegir cuándo irse. Pero la situación es muy diferente. Están encerradas en una bóveda la cual no pueden abrir.

Tantos años de violencias sistemáticas de todo tipo no fueron gratis y su cuerpo es testigo de eso. “Estuve todos esos años viviendo en la oscuridad porque usaba drogas como pastillas, alcohol y cocaína para anestesiar y no sentir el dolor de tipos desconocidos arriba de mío – recuerda Elena – sos un pulpo atajando que no te quieran besar, que no te quieren morder, que no te quieran pegar”.

El evento que marcó su vida para siempre fue la muerte de una compañera en Constitución en el 2003. “La degollaron delante de mí”, rememora con la voz quebrada e inundada de vivencias. Además, agrega que por una cuestión penal no pudo contar en sus libros los hechos tal cual ocurrieron. Por lo que gran parte de su historia sobreviviendo al sistema prostituyente no ha sido contada. El crimen sucedió en el peor momento de su adicción a la cocaína y su primer pensamiento fueron sus hijos, ese voraz deseo de no dejarlos solos.

El asesinato de esta mujer fue un antes y un después en su vida, puesto que fue uno de los motivos por los cuales pudo salir y terminar sobreviviendo al sistema prostituyente. Al año siguiente decidió alejarse de Buenos Aires y volver a Santa Fe, donde se encontró con una noticia que le cambiaría la vida.

Su hija estaba embarazada de su primer nieto. “Con mis hijos no pude salir porque estaba metida en ese mundo, naturalizando la violencia, la trata y la prostitución, pero cuando nació mi primer nieto dije ‘yo no quiero que mis nietos me vean así’”, reflexiona. La militancia fue un arma de lucha que la ayudó a ponerle fin a la violencia y el daño que habían ejercido sobre su cuerpo y su psiquis. Actualmente, lleva 25 años militando.

“También rompí con las cadenas, con mis hijas e hijos porque nunca les inculqué que hicieran la vida que yo no elegí, esa vida triste que viví”, cuenta esta mujer que siempre cuido a sus hijos y los protegió para que nunca pasaran lo que ella pasó. Elena se siente afortunada de haber podido salir de ese mundo y recalca el gran apoyo de sus seres queridos: “Si bien me costó mucho porque el Estado está ausente y es proxeneta, hubo gente que me acompañó, ya que tengo unos hijos increíbles y unas hermanas maravillosas”.

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La militancia feminista ayudó a Elena a salir del oscuro mundo donde se encontraba.

Aceite de avión

“Tengo aceite de avión en algunas partes del cuerpo. Vivo asustada de que sí llegó a tener cáncer o alguna enfermedad no me lo van a poder detectar”, confiesa. Elena vive en carne propia las consecuencias físicas y psicológicas de una vida fría que le dejó heridas que costaron cerrar. Tantos años de prostitución no se borran en un abrir y cerrar de ojos. El aceite que lleva en su cuerpo es el testimonio de los aberrantes dolores y las situaciones límite de las cuales no podía escapar.

El aceite de avión es una sustancia sintética similar a la silicona líquida que se utiliza para rellenar ciertas áreas del cuerpo como, por ejemplo, glúteos y/o pechos. La acumulación de este biopolímero genera consecuencias en el aspecto físico, pero sobre todo en la salud de las/os pacientes provocando la aparición de enfermedades. El riesgo es tal que la aplicación de este líquido no aprobado puede generar secuelas permanentes que inclusive con tratamiento no desaparecen por completo.

Miles de víctimas cargan con este tipo de consecuencias que repercuten tanto en su salud como en su vida cotidiana. Hoy en día, Elena únicamente consume pastillas para dormir debido a las graves secuelas “por lo psicológico y traumático que es la prostitución”. Logró librarse de los vicios que la ayudaban a anestesiar el dolor: no fuma más, no toma una gota de alcohol, ni consume drogas hace 18 años. “Tengo una parte de enojo con algunas personas cuando dicen que la gente que fue adicta como yo, nunca termina de curarse. No estoy de acuerdo con eso porque yo pude y dejé de ser adicta”, asegura.

Escrito por Catalina Ciampa

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