¡Buenas tardes a todes, todas, todos y a vos! ¡Buen comienzo de semana! Comienza una con definiciones políticas y también culturales. El hecho de elegir representantes nacionales nos condena, además, a depender de decisiones que nos afectan directa o indirectamente. Sin embargo, nosotres, ciudadanes comunes, podemos hacer muchas cosas para cambiar aspectos de la realidad.
Las opresiones culturales son naturalizadas hasta que la lamparita se enciende y todo empieza a observado con lupa. El ejemplo más claro es el cuestionamiento a los estereotipos tradicionales de belleza. Durante muchos y largos años definieron los comportamientos de las mujeres, más que de los hombres.
De esta forma, la estación estival del verano pasó a ocupar un lugar importante en las preocupaciones de las mujeres. La pancita, las arrugas, las estrías, la bikini y la mar en coche. Todo formaba parte de un combo indomable que arrasaba con cualquier momento de disfrute. ¿Qué pasa ahora? Bueno, estamos listas para soltar la panza. Esto mismo se motiva desde una campaña nacida en las redes sociales para enfrentar la hegemonía de los cuerpos socialmente aceptados. Te invito a conocer de qué se trata.
Desde que nacemos, las mujeres somos condenadas al obedecimiento de normas sociales que disminuyen nuestro poder de decisión. Al estilo Berger y Luckmann, teólogo y sociólogo, la realidad se establece como consecuencia de un proceso dialéctico. Este tiene que ver con las relaciones, hábitos adquiridos y estructuras sociales.

La condena de los estereotipos forma parte del proceso de construcción y percepción de la realidad. Quien durante toda su vida fue criade con la idea de que las mujeres sólo existen para la reproducción y el goce masculino habita en una realidad de sometimiento. Pero es este mismo el que constituye su percepción de la realidad.
Cuando esta realidad apática para con las mujeres comienza a ser cuestionada, los cambios se asoman. Cuando los hábitos comienzan a ser transformados, la percepción de la realidad da un vuelco en favor de les motores del cambio.
Es así como con diferentes rutinas, la realidad apática deja de serlo. Al menos un poco. La cosificación y estereotipación de los cuerpos femeninos son un ejemplo claro de este proceso. Durante años nos hicieron creer que el cuerpo esbelto, de unos 20 años, sin estrías, panza chata y bultos grandes era el ideal. Sin embargo, diferentes campañas buscaron tirar abajo el ideal del cuerpo perfecto para asumir la perfecta imperfección.

Una de estas campañas es la que lleva adelante el movimiento Mujeres Que No Fueron Tapa. A través de las redes sociales, se incentiva a publicar fotos de panzas reales al lema de “Hermana, soltá la panza”.
Con una publicación en su cuenta de Instagram (@mujeresquenofuerontapa), anunciaron: “Convocamos al hackeo de la ‘operación bikini’ y ‘llegar al verano’ con la operación ‘hermana soltá la panza’”. Es así como más de mil usuarias se animaron a compartir fotos de sus cuerpos. Imágenes sin edición y sin vergüenza.

Las redes sociales, el mismo espacio que magnifica los estereotipos y los reproduce a través de publicidades, influencers con cuerpos y hábitos hegemónicos, y fotos perfectas, ahora es el espacio de la contrahegemonía. Ésta es la subalterna que lucha desde abajo por el reconocimiento de las mayorías. Su objetivo es modificar la hegemonía instalada en favor de les desprotegides.
Es momento de soltar a la hegemonía digital que nos dice cómo hay que subir fotos de nuestros cuerpos, cómo tenemos que comer para ser flacas y qué tenemos que hacer para agradar a la vista. Es momento de soltar los mandatos y la panza.
Al respecto, la propia Liliana Hendel, actual secretaría de Mujeres, Políticas de Género y Diversidades opinó respecto de los estereotipos en su libro “Violencias de género. Las mentiras del patriarcado”: “¿Por qué no nos llama la atención vivir sometidas a parámetros, rompecabezas, definiciones sobre lo que es bello que cambian con las épocas igual que otras modas? Construcciones que intentan que los cuerpos, en especial de las mujeres y las niñas, sean como arcilla moldeable, poniendo el acento en la inoculada necesidad de ser mirada/deseada”.

Hoy podemos responder que sí nos llama la atención y estamos en proceso de cambio. Con este fin, Lala Pasquinelli, fundadora del movimiento (MQNFT), contó a su comunidad la iniciativa: “Si estar expuestas todo el tiempo a esas imágenes de cuerpos hegemónicos -donde no hay solo panzas chatas sino directamente un hueco donde tenías el abdomen-, nos genera este descontento, vergüenza con nosotras mismas; ¿qué pasa si entonces nos exponemos a imágenes de cuerpos que se nos parecen?”.
De esta forma, cuanto más se difundan imágenes e historias de vida reales, más cerca estaremos de dar vuelta la página. “Es increíble como en tantas de estas fotos me veo. Me encuentro diciendo ‘esa pansa es mía y esa otra también’, cosa que no me pasa con ninguna de las que solemos ver en todos lados. Imposible identificarse con esas fotos que en el fondo nos dejan una sensación de ser una la que está mal”, expresó una de las usuarias de la comunidad MQNFT.
Finalmente, triunfa una campaña que nos interpela a todas y no una de publicidad de cremas para estrías, pastillas para bajar la panza o rutinas para tener x cantidad kilos en un mes.
Es momento de soltar. Y soltar la panza.
Dejamos buenas ideas para pensar en la semana. Para la próxima, prometemos más.
¡Gracias por haber llegado hasta acá! Sé que tu tiempo es importante.
Que tengas una semana diversa, de género feliz y de amor genuino por dar y recibir. Te mando un abrazo.
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