¿Mito o realidad?: Alerta amarilla por la tormenta de Santa Rosa

La historia dice que la lluvia llega cada 30 de agosto desde que Santa Rosa salvó a Lima en 1615. Científicamente, ¿por qué sucede el temporal?

Escrito por: Manuel Román | Publicado: 1 de Septiembre de 2021

tormenta Santa Rosa

La historia dice que la lluvia llega cada 30 de agosto desde que Santa Rosa salvó a Lima en 1615. Científicamente, ¿por qué sucede el temporal?

Una sensación térmica de 29° en pleno invierno sacudió esta semana a Buenos Aires. Naturalmente, luego viene la lluvia: el pronóstico marca alerta amarilla para casi toda la provincia. Los más atentos, los más duchos y los más devotos lo saben bien: las altas temperaturas y el chaparrón no indican un fenómeno cualquiera. Este miércoles llega la tormenta de Santa Rosa, un temporal de fines de agosto que se mece entre mito, realidad y un poco de ambas.

La historia cuenta que fue Santa Rosa de Lima quien protegió a su pueblo cuando un barco pirata holandés intentó atacar la costa del entonces Virreinato del Perú allí por 1615. Tras su intercesión se desató una fuerte lluvia en el mar que obligó a la flota a dispersarse. La Iglesia atribuyó el milagro a la joven y la canonizó décadas más tarde, convirtiéndola en la primera mujer americana en ser nombrada santa.

El fenómeno climático se repite cada año en Buenos Aires. Aunque otras provincias también lo experimentan, y si bien el culto a la santa está bien repartido por el territorio, es menos propenso a suceder en regiones como la Patagonia y Cuyo. Junto a ello, la leyenda se extendió a países sudamericanos como Uruguay. La tradición cristiana dice que cada año la tormenta de Santa Rosa golpea alrededor del 30 de agosto. Pero el registro científico difiere.

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La historia de Santa Rosa tormenta Santa Rosa

Isabel Flores de Oliva nació en 1586 en Lima. Según el relato, a sus tres meses realizó su primer milagro: transformó su rostro en una rosa, lo que le valió el nombre. Sus años transcurrieron en honda devoción a Dios: se dice que llegó a flagelarse y a usar una corona de espinas en su homenaje. También dormía pocas horas para tener más tiempo para orar, y asistía en su casa a indígenas y enfermos rechazados por la sociedad colonial.

A sus 29 años, Rosa se enteró de que una flota holandesa planeaba asaltar la ciudad de Lima. Ante ello, la joven reunió un grupo de mujeres junto a las que rezó a Nuestra Señora del Rosario para pedirle que defienda al pueblo. Se cuenta que de inmediato golpeó el mar una repentina tormenta que evitó el desembarque en la actual costa peruana. Además, el capitán del buque falleció pronto bajo condiciones misteriosas. Los piratas se retiraron poco después.

Ese invierno de 1615, toda Lima adjudicó el milagro a Rosa. Desde entonces, se cree que la tormenta llega cada año en esas fechas, en los cinco días anteriores o posteriores al 30 de agosto. Pasados cuatro siglos, el culto trascendió su lugar de origen y continúa vigente como leyenda en varios países sudamericanos, entre ellos la Argentina. Para la tradición cristiana y popular, toda lluvia torrencial que ocurra en esta época corresponde al temporal de Santa Rosa.

¿Mito o realidad? tormenta Santa Rosa

Los huesos no se equivocan al detectar tormentas venideras, ni los “cositos del clima” que cualquiera que haya vacacionado en la costa bonaerense conoce. De la misma manera, la intuición de los más sabios de la familia tampoco falla cuando indica que, luego de jornadas de calor inusual e intenso, los primeros días de septiembre sorprenderán con la fuerte lluvia de Santa Rosa. Están en lo correcto, pero la ciencia difiere en el motivo.

En realidad, este fenómeno meteorológico no se explica por intercesión divina. Científicamente, la razón es climática: al acercarse el equinoccio de primavera, las temperaturas comienzan a subir en Sudamérica, con la ayuda del inestable aire cálido y húmedo que viene del norte. En este marco, Santa Rosa es solo una de las tormentas características de la temporada post invernal, típicas de fines de agosto.

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Sin embargo, el temporal no llega todos los años. Lo comprueba un estudio de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en base a datos del Servicio Meteorológico Nacional y del Observatorio Central de Buenos Aires. “Entre 1906 y la actualidad, tan solo ocurrieron 9 tormentas sobre Buenos Aires el 30 de agosto”, señala. Si el rango se amplía para incluir los cinco días previos y los cinco siguientes a la fecha que la leyenda original contempla, “se han dado tormentas en el 54% de los casos”, confirma el texto.

Con una efectividad que supera el 50%, la investigación asegura que el mito de la tormenta de Santa Rosa “no está tan alejado de la realidad”. Explica el temporal a partir de “un fenómeno conocido como Corriente de Chorro en Capas Bajas de Sudamérica”. Debido a él, una corriente de vientos “transporta la humedad del Océano Atlántico hacia el Amazonas, y de allí hacia el sur, bordeando la Cordillera de Los Andes”.

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La patrona Santa Rosa tormenta Santa Rosa

Sea por motivos religiosos o científicos, lo cierto es que la tormenta de Santa Rosa no constituye un mito sino una realidad, al menos en más de la mitad de los casos durante los últimos cien años. La tradición argentina así lo reconoce: su culto se remonta a 1816, cuando el Congreso de Tucumán la nombró patrona jurada de la Independencia. También es guarda de las Fuerzas Armadas, de la capital pampeana Santa Rosa y de casi cuarenta otras ciudades e instituciones del país.

Su presencia cruza Latinoamérica y llega a territorios de otros continentes como Bélgica y Filipinas, estado del que es patrona general. Además, Santa Rosa es patrona de Lima y de todo el Perú. Allí se celebra un feriado todos los 30 de agosto en su honor. La joven también aparece en los billetes de doscientos soles, que son los de mayor valor en la actualidad.

Cabe destacar que Santa Rosa fue nombrada santa patrona de la tuberculosis, enfermedad que acabó con su vida en 1617. Menos de veinte años después, en 1634, se presentó a la Iglesia católica su causa de beatificación. El papa Clemente X la concedió en 1668. Él mismo la canonizó tres años después, en 1671, proclamándola “Principal Patrona del Nuevo Mundo”.

Según cuenta la leyenda, luego de oír los argumentos a favor del procedimiento, Clemente X ironizó: “¡Que lluevan flores sobre mi escritorio si es verdad!”. Al instante cayó un torrente de rosas sobre la mesa del papa. Tormentas similares suceden cada fin de agosto; como la de la costa peruana en 1615, como la de este miércoles en Buenos Aires.

Escrito por Manuel Román

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