
El triple femicidio de Brenda Del Castillo, Morena Verri y Lara Gutiérrez continúa generando conmoción en la sociedad, ya que las tres jóvenes, halladas asesinadas en el pozo de una casa en Florencio Varela, fueron despedidas entre escenas de profundo dolor, mientras familiares, allegados y la Iglesia local reclamaron justicia y mayor presencia del Estado frente al avance del narcotráfico en los barrios.
Este viernes, luego de los velorios que se realizaron el jueves en San Justo, La Matanza, familiares y amigos se reunieron para dar el último adiós. La ceremonia de entierro se llevó a cabo a las 11 en el cementerio Las Praderas, a la altura de Camino de Cintura. Brenda y Morena, que eran primas, fueron enterradas juntas bajo la misma tumba. La policía cortó la calle desde temprano para permitir el paso de la caravana, y médicos debieron asistir a familiares afectados por la conmoción.
En medio del dolor, Sabrina, la madre de Morena Verri, habló con la prensa y agradeció el apoyo recibido: “Les voy a agradecer por el apoyo de siempre, por todo. Por darnos nuestro espacio. Lo único que pido es que nos ayuden a investigar a fondo. Lo único que pido es justicia”. Entre lágrimas, añadió: “Es muy injusto ver por lo que pasaron y no tenían la culpa mis nenas. (…) Presenciaron una tortura, fue algo inhumano”. La mujer criticó el accionar de las autoridades: “Se podría haber hecho mucho más. Si no no tendría que estar enterrándolas hoy acá”. Finalmente, con un tono más duro, reafirmó: “Vamos a marchar todos los días hasta que me traigan la cabeza del responsable”.
Paralelamente, la diócesis de San Justo difundió un comunicado firmado por Mons. Eduardo Horacio García, en el que expresó su acompañamiento a las familias y denunció la falta de presencia estatal en los barrios más vulnerables. “Somos testigos de que grandes zonas han quedado liberadas a merced de mafias narcos (…) instalando una verdadera cultura delictiva y criminalizadora”, se advierte en el texto. Allí también se remarca la necesidad de apostar a las “tres C de la vida: colegio, club y capilla”, frente a las “tres C de la muerte: calle, cárcel y cementerio”.
El escrito fue contundente al señalar que la ausencia del Estado “permite que esta cultura de la destrucción y la muerte crezca y avance sin freno”. Y concluyó con un pedido de unidad: “Necesitamos barrios, ciudades y una patria donde no sea la barbarie pagada la que eduque, sino donde se garanticen la comida, la salud, la seguridad y la verdadera vida para nuestros niños, jóvenes y familias”.
El triple femicidio no solo dejó tres vidas truncas, sino también un fuerte reclamo social y eclesial para que la investigación avance con celeridad y para que la violencia narco deje de marcar el destino de los barrios más postergados del conurbano bonaerense.