Un hombre fue detenido ayer por la tarde en la localidad bonaerense de Virrey del Pino, partido de La Matanza, como sospechoso del crimen de Nayla Naomí Torrilla, la niña de cuatro años asesinada de un disparo en el tórax al quedar en medio de una balacera cuando jugaba en una calle del barrio 1-11-14 del Bajo Flores en febrero pasado. Así lo reportaron fuentes policiales.
La detención estuvo a cargo de efectivos de la División Homicidios de la Policía de la Ciudad. Voceros del caso informaron a Télam que el sospechoso, que cuenta con antecedentes penales por otro homicidio, quedó a disposición de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional 32, a cargo de Eduardo Cubría.
El crimen ocurrió alrededor de las 22 del 7 de febrero en el cruce de Bonorino y Calle 10 del barrio 1-11-14 del Bajo Flores. Allí, según testigos, desde un automóvil Renault 19 color gris se efectuaron varios disparos a ocasionales transeúntes. Entre ellos se encontraba la niña, que estaba jugando en la calle.
En el ataque, Nayla recibió un disparo en el tórax, por lo que debió ser trasladada de urgencia a un centro asistencial de la zona donde recibió atención médica, pero finalmente falleció a raíz de las heridas sufridas. En tanto, otro hombre recibió un balazo en una pierna y también debió ser internado, pero fuera de peligro.
Fue personal de la Gendarmería Nacional Argentina (GNA) apostado en la zona el que emitió un alerta ante el ataque a balazos. Además, le informó a la Policía de la Ciudad que el automóvil de los tiradores había huido en dirección al vecino Barrio Presidente Illia. Así lo señalaron fuentes del caso.
Los informantes precisaron que, en el sitio de los disparos, los peritos recolectaron un total de 32 vainas servidas de calibre 9 milímetros. Posteriormente se dio comienzo a la investigación por la que quedó detenido uno de los sospechosos en Virrey del Pino.
En tanto, los investigadores lograron establecer una conexión entre la balacera que provocó el deceso de la niña y un episodio de usurpación que estuvo a punto de concretarse días atrás y finalmente se frustró. El hecho podría haber derivado en el ataque.
Según la pesquisa, las sospechas apuntaban a un clan familiar conocido como “Los Marola”, que nada tiene que ver con la banda de los peruanos que mantiene desde hace al menos dos décadas la hegemonía de la venta de drogas en la zona.
En cambio, “Los Marola” fueron los primeros mencionados por los vecinos que se manifestaron en las horas posteriores al crimen de Nayla. De hecho, un joven que realizó declaraciones a los medios de comunicación y dijo ser parte de ese clan relató un episodio que había ocurrido días atrás que podría estar vinculado con el crimen.
Se trata de un intento de usurpación de una vivienda, un delito que se repite en la zona. En este tipo de casos están involucradas bandas de delincuentes que luego utilizan la casa usurpada como búnker para la venta de diversos estupefacientes.
En ese relato, el joven explicó que un pariente suyo había querido usurpar una vivienda y que él lo había impedido junto a otros familiares. Frente a ello, según contó, se registró una pelea en la que incluso hubo disparos cruzados.
Pero el problema continuó cuando ese hombre al que se le había impedido la usurpación regresó y tiró al menos 30 balazos en la esquina de Bonorino y calle 10, lugar donde habitualmente se reúnen “Los Marola”, y donde circunstancialmente se hallaba Nayla, quien recibió un balazo en el tórax.
Fuente: Télam
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