Entre los distintos medios, el cinematográfico es uno de los únicos en los que su forma tradicional de ver películas, el cine, sigue presente. Por lo general se mantuvo como la única opción de ver los filmes recientes. Sin duda, sigue siendo muy relevante, o al menos, eso pensábamos. Tiempos recientes trajeron a discusión la necesidad de este formato antiguo, y si debiese seguirse considerando como el estándar. cine Argentina
Por varios años, la sala con miles de asientos estuvo repleta de montones de espectadores para ver cualquier película. Esto se debió a un par de razones, incluyendo la experiencia que ofrece y la falta de alternativas convincentes. Con la popularización de la televisión y videocaseteras, se comenzó a dar una opción de ver películas en casa. Sin embargo, estas serían de calidad inferior a lo visto en la pantalla grande.
Mientras sucedió algo similar con el consumo masivos de los DVDs, más productos de mejor resolución y calidad de sonido se vendieron en las masas. Y esto desembocó en el Blu Ray. De por sí, este formato físico no fue necesariamente el más popular para consumir películas, sobre todo en Argentina. Pero con sí trajo un cambio masivo con películas en HD y resoluciones latas como 720p o Full HD 1080p.
A pesar de que los televisores CRT fueron masivamente consumidos por varias décadas, alrededor de los últimos años de los 2000 (y sobre todo en los primeros años de los 2010), esto dio un giro enorme. Con la accesibilidad de las pantallas planas, se dio lugar a más características como aspectos de 16:9 en vez del viejo 4:3, y resolución Full HD. Esto último permitiría reproducir imágenes en alta definición como videojuegos y películas.
Aunque esta compañía comenzó como otra Blockbuster (servicio de alquiler físico de películas), esto cambió cuando decidieron crear un servicio de streaming del mismo nombre, para poder ver películas y series populares. Y se generó un Big Bang en la forma en la que consumimos estas últimas.
Los cines seguían siendo la única manera de ver estrenos cinematográficos, pero Netflix comenzó a adquirir películas propias y agregarlas a su servicio. Hoy en día es bastante difícil (por no decir imposible) conocer a alguien que no tenga o no haya tenido una suscripción al servicio popular de streaming.
Con el consumo masivo de Netflix y el intento progresivo de otras compañías de intentar un formato similar (Amazon, HBO, Disney), el cine comenzó a verse más como la opción para ver películas “grandes”. Esto se refiere a las “pochocleras”, espectáculos visuales que saquen provecho de esa gran pantalla y parlantes, lo cual llevó a estrenos limitados para obras de director o filmes independientes. Un ejemplo notable es “El Irlandés”, del aclamado director Martin Scorsese. Esta obra tuvo un estreno limitado en el cine (solo unos días), pero a la vez se estrenó en Netflix.
Queda claro que, para este momento, el cine como formato estándar para ver películas se devaluó. Se seguía yendo, pero más para esos grandes estrenos. Y cuando pensamos que la situación no podía empeorar para las salas…
Creo que todos conocemos esta historia, ¿no? Un virus letal se esparce todo el mundo, lo cual provoca un aislamiento social y cierre masivo de eventos sociales, turismo y centros comerciales. Sin necesidad de decirlo, esto afectó a los cines también, y no sería hasta marzo de este año que se volverían a abrir. Sin embargo, luego volvieron a cerrar en abril, y finalmente, abrieron de vuelta recientemente.
¿Y qué hay de las películas nuevas? Se preguntarán. Mientras muchas se retrasaron, más de un par optaron por la opción de streaming, con resultados comercialmente positivos. Esto llevó a una pregunta que se postuló en años previos, pero ahora resurgió con fuerza…
Muchos discuten que encuentran el pensamiento de viajar hasta un lugar designado para ver una sola película muy cansador. Esto sin mencionar las quejas ya conocidas de la comida cara que venden, la calidad de los asientos, el público que te rodea, etc.
Estas incomodidades se expresaron anteriormente, pero se toleraban. ¿Por qué? Debido a que era la única forma de ver las películas cuando se estrenasen. En ese sentido, 2020 nos abrió un poco los ojos.
¿Es necesario el cine para ver películas nuevas? En el sentido estricto, no, aunque es menos blanco y negro de lo que se piensa. Todos los problemas listados son ciertos, y son un factor que puede determinar si alguno irá a ver la última película de Disney en la pantalla grande, por ejemplo.
Con eso dicho, hay cuestiones no tan consideradas por las cuales sigue habiendo un appeal especial en la sala. En un escenario en el que nos pudiésemos juntar a ver una película en una casa, no es lo mismo que organizar para ir a verla en la pantalla grande. Lo último suele indicar un interés especial al ver la película en sí.
Además, hay una realidad que quizás muchos no admitirán: Los humanos suelen tener una capacidad corta de atención. No por nada se popularizó el término “zapping”. Sucedió con la televisión y sucede hoy con los servicios de streaming. Es una ocurrencia común poner una película, solo para dejarla de ver al poco tiempo. Hasta se generó el término “Netflix Movie” para un filme que se ponga de fondo mientras se hace otra cosa. En el cine, no sucede esto, vas para ver la película, y no se va a pausar sola si te vas, lo cual incentiva más a verla.
No voy a plantear que los últimos ejemplos mencionados se aplican a todos. Ciertamente, existen aquellos cinéfilos que pueden ver horas seguidas de películas en un solo día en su casa. Pero tampoco podemos fingir que ese tipo de personas somos todos o la mayoría.
Sin duda, la pantalla grande como formato tiene varios problemas, muchas antigüedades que contribuyen a su declive. Pero, incluso con su interés reciente disminuido, el cine sigue teniendo un lugar en la industria cinematográfica, al menos por ahora. Aunque, queda ver cual será su futuro. Se volvieron a abrir, pero solo cuando termine la pandemia podremos tener una idea de lo que le deparan.