Bailar, jugar y emocionarse es posible con el elenco de la compañía de danza Teatro Mares en su obra Lilah, inspirada en el juego del mismo nombre, también conocido como “el juego de la vida”.
La obra, dirigida por Gabriela Demonte, se podrá disfrutar en el Teatro Tadrón (Coronel Niceto Vega 4802, CABA) los días 22 y 29 de noviembre a las 21:30 hs, y tendrá otra función el 6 de diciembre a la misma hora.
En conversación con Gabriela Demonte, autora y directora de Lilah, expresó que aquellos que asistan al espectáculo podrán dialogar y conectar con interrogantes abiertos: “La obra te lleva a entrar en el juego de las preguntas acerca del sentido de la vida: preguntas internas y universales”.
En cuanto al desarrollo de Lilah, detalló que “la trama trae a escena un dado en blanco. Este elemento va adquiriendo distintos significados y propone diversas lecturas al espectador. En la obra, pasamos de lo abstracto al momento actual, buscando cómo encontrar sentido, vincularse y dar respuestas en un tiempo donde todo parece ser imagen externa; e invita a preguntarse: ¿cómo ir hacia adentro?”.
El elenco está integrado por Camila Aiello, Rocío Duarte, Nadia Flores, María Victoria Geuna, Evelyn Leguizamón, Rocío Mena, Malena Nigro y Lucas Papalardo.
Las entradas para la función del 22 de noviembre tienen un valor de $7000 y ya están a la venta a través de la web de Alternativa Teatral: https://publico.alternativateatral.com/entradas92977-lilah?o=14.
El Lilah, o “juego divino de la vida”, es un mapa sagrado originado en la India milenaria que describe cómo evoluciona nuestra conciencia. Incluye un tablero a todo color y dos dados recortables. Los sabios y maestros espirituales de la antigüedad lo jugaban como un modo de fortalecer sus valores y desarrollar la habilidad del autoconocimiento.
Durante el desarrollo del juego, se avanza a través de una representación de la vida, donde uno puede progresar con las flechas o retroceder con las serpientes. De este modo, viajando entre diferentes dimensiones de conciencia, es posible integrar emociones, sentimientos y facetas de la personalidad de los jugadores.
Puede considerarse tanto un juego de mesa como una fuente de inspiración profunda o un camino de autoconocimiento. Puede jugarse en solitario, con amigos, en familia, en encuentros terapéuticos, con equipos de trabajo o en escuelas.