Desde que Milei asumió como Presidente una nueva discusión se instaló en la mesa de los futboleros argentinos; ¿es acaso el momento de abrir la cancha para las privatizaciones y las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en el fútbol argentino?
Las SAD, para hacerlo sencillo, habilitan la inversión indiscriminada de inyecciones económicas por parte de privados, de tal forma que los equipos pueden vender parte o todas sus acciones y cambiar de dueños (generalmente un grupo accionario) que dirime las decisiones del día a día que hoy en día concentran los Presidentes de las instituciones. Si bien Milei hace una alusión constante a la Premier League de Inglaterra, ligas como la chilena o uruguaya hoy en día aceptan a las SAD y no tienen mucho éxito (de hecho, la mayor parte de equipos no tienen divisiones inferiores porque es considerado un gasto evitable).
En defensa del status quo donde los clubes son asociaciones civiles únicamente encontramos al Presidente de la AFA Claudio Tapia y a la mayor parte de la dirigencia, los cuales argumentan que se trata de un espacio donde no sólo se vende un producto sino que se hace un bien social al incluir y permitir dirimir las decisiones entre los socios vía elecciones. Sin embargo, quienes critican a estos denuncian que la mayor parte de clubes tienen dirigencias con una democracia muy limitada. (Véase el caso del Porvenir de Merelas con 43 años seguidos sin competencia) ó con grupos de inversión encubiertos (como el Talleres de Fassi).
Por otro lado, quienes abogan por una liberalización del mercado del fútbol se jactan, con razón en este punto, de estar defendiendo un modelo que se vió replicado en las mejores ligas del Mundo (las europeas). Sin embargo se ignora que una gran parte del negocio de las SAD. Esto sobre todo en países donde el fútbol no es de 1er nivel como México o Arabia Saudita, funcionan en la práctica como grandes entes de lavado de activos (dinero). Imaginemos una SAD en Rosario, sin ir más lejos…
En 1998, apenas unos años después de la unificación, la dirigencia de fútbol alemana se vió en la encrucijada de permitir o no las SAD y, después de comprometerse todos los clubes de la Bundesliga 1 y 2 (1ra y 2da División Alemana) decidieron algo novedoso: la inversión privada quedaría permitida en forma de compra de acciones, pero con la condición de que siempre los socios tengan la mayor parte de las acciones (por eso el 50% + 1 acción que asegura la mayoría). Este sistema no es perfecto claro, requiere una constante supervisión por parte de los dirigentes para evitar que se violen las reglas. Pero después de 26 años se puede argumentar tanto que la Bundesliga mejoró mucho en calidad y al mismo tiempo mantuvo el control de los clubes por parte de los socios. (Sacando 3 o 4 excepciones que fueron tomadas en cuenta durante este tiempo).
De esta manera los grupos accionistas que compran una parte del club (del 49.99%) se hacen cargo de una inversión en la cual el presente y futuro de la institución les afecta en el valor de estas. Los casos de clubes que ascienden y mejoran tienen un incremento en las ganancias de los inversores, lo cual generó un boom en la inversión por estos grupos.
Verón, Presidente de Estudiantes, vé con buenos ojos un acuerdo de estas características y se profesa a favor de abrir la cancha para las inversiones. Esto no sin antes ponerle límites a las mismas para evitar que el dinero de grandes grupos de inversión tome por sorpresa a la Liga y vuelva obsoletos a los demás equipos.
Personalmente dudo que sean los tiempos para hacer eso, en tanto tenemos una dirigencia en la AFA que no distingue por la pulcritud de sus actos, así como una liberalización total sería un desastre; pero a futuro no está para nada mal ver con buenos ojos un esquema de inversión de este estilo con un fuerte control desde los aparatos institucionales de la AFA, así como también de un Ministerio de Deporte más involucrado en las tareas de proteger, incentivar y mejorar al fútbol argentino. Lamentablemente hoy por hoy, el Deporte está en una Secretaría junto a Turismo y Ambiente, relegado al olvido por parte de las últimas administraciones nacionales.
