
El clasismo y los estereotipos son parte de escenarios que lamentablemente vivimos muy a menudo en la vida cotidiana. Lo antedicho se vivencia particularmente en el conurbano bonaerense, cuyo nombre se ve a menudo en editoriales, no por sus eventos culturales, personas influyentes o las luchas por los derechos. Sino, por el contrario, por sucesos desafortunados como robos, asesinatos, o escándalos políticos. De hecho, recientemente fue primera plana el asalto y ataque realizado a la psicóloga social María Rosa Daglio, una mujer de 55 años, vecina de Ramos Mejía. El hecho acabó por costarle la vida. La Matanza
Estadísticas y resultados La Matanza
Si bien las estadísticas brindadas por el Ministerio de Justicia de La Nación nos muestran que, los casos de inseguridad son mayores en el conurbano, hay un claro aumento de la misma en todo el AMBA. Esto se puede atribuir a la gran concentración demográfica, que dificulta un mayor control de la zona, indivisa geográficamente. La gran suba de casos se debe también al vaivén económico que sufre el país, situación que afectó a la toda la región. Por otra parte, la crisis global producto del COVID 19 dificultó fuertemente la vida de la población. La administración de la justicia en el país es una cuestión que amerita un debate. Un hecho delictivo le puede afectar a cualquier persona, sin importar lugar, estrato económico o social.
La discusión respecto al tema volvió a ser tendencia hace unos meses tras la publicación de una polémica nota proveniente del diario La Nación. En esta, en base un análisis de la situación política argentina se calificaba al conurbano bonaerense como “territorio inviable” y como “africanizado”. Claro está que todos sabemos que “africanizado” no es sinónimo ni de violencia, ni de barbarie. Lejos de ello, usar de esta manera ese apelativo con el objetivo de segregar y menospreciar a un sector tan significativo definitivamente no es correcto. Por el contrario, es sabio y preciso profundizar en las virtudes y potencialidades del conurbano, del cual forma parte el partido de La Matanza. Especialmente, en estos momentos de contingencia social.
Tal como lo mencionamos de forma precedente, no es la primera vez que se relaciona y se estigmatiza al Gran Buenos Aires asociándolo con el delito. Ya sea por medio del fomento de la desconfianza o el enunciado de declaraciones despectivas. Las opiniones circulantes que pueden escucharse son muchas y variopintas.
Aunque el estereotipo del argentino arrogante es común entre los latinoamericanos, es impropio e inviable que entre los habitantes del país abriguemos prejuicios unos sobre otros. El santiagueño que duerme, el porteño engreído, el cordobés fiestero… Y las etiquetas se dividen aún mas en el interior de cada provincia, hasta llegar, en el caso de Buenos Aires, a imágenes preconcebidas de cada municipio.
Asumir una actitud preconcebida sobre un lugar no es exclusivo solamente de algunos medios gráficos/digitales. Muchos noticieros enmarcan al distrito, no como “La Matanza” o nombrando cada respectiva localidad, sino como la “Zona Oeste”. Un discurso sesgado que invisibiliza a los participantes despersonalizándolos. Un abordaje que ni siquiera construye correctamente el contexto de los acontecimientos, ni brinda una mirada diversa y mucho menos lo necesariamente analítica.
La ignorancia respecto a este tema puede deberse a muchas variables que contribuyeron a la creación de una imagen negativa hacia este territorio. Entre ellas, por ejemplo, se destaca la inseguridad que sufre el partido a diario. Si bien esto es en parte cierto, no es acertado simplificarlo. Para esbozar un estudio sociológico acorde es necesario tener en cuenta distintos factores, como, por ejemplo, el nivel del poder adquisitivo de los residentes, el contexto, el reparto disímil de recursos, la densidad demográfica, entre muchos otros que afectan a cada barrio y marcan a cada habitante de una manera distinta. Lo cual, si bien no justifica de ninguna forma el uso de la violencia, nos ayuda a comprender la historia y la situación de cada lugar en específico.
Por otra parte, en estos escritos no se resaltan los valores ni se destaca a los famosos que vivieron o nacieron en esta zona. Numerosos personajes que lograron mantener encendidos los focos de la atención pública. Tales son los casos de Oscar Garré, exjugador de futbol nacido en Rafael Castillo, Lidia “Pinky” Satragno (quien posteriormente se presentaría como candidata a intendente del partido) y Juan Alberto Badía, conductor de televisión y radio oriundo de Ramos Mejía. Asimismo, seria inadmisible no mencionar a algunos intelectuales, cuya destacadas trayectorias brindaron importantes aportes a la vida académica argentina. En esta categoría, podemos mencionar, por ejemplo, al pediatra Ignacio Arieta y al economista Juan Carlos De Pablo.
Y como no mencionar lugares icónicos, de suma importancia cultural tales como el Museo Histórico Municipal Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas en Virrey del Pino o la histórica Universidad de La Matanza, cuyo teatro, radio e incluso su biblioteca se encuentran abiertos a todo público. Sin olvidar a los medios, debemos mencionar al Canal 26 y a las radios barriales.
Por todo lo antedicho, en estos momentos, es necesario replantearse el rol y la gestión de los medios en la opinión pública. El verdadero y certero periodismo no apoya la exclusión, y no promueve la ignorancia. Todo lo contrario.
“Si te deshumanizás, dejás de ser médico” (Doctor Rodríguez, pediatra – Ramos Mejía)